Opinión

La rana y el escorpión

Despejado el horizonte del reparto de poder en los ayuntamientos y, a la espera de Navarra, también en las comunidades autónomas, a Pedro Sánchez todavía le queda "mucha plancha" para amarrar la investidura. Sigue soportando la melopea de la ambición ministerial de Pablo Iglesias pero aunque la aritmética parlamentaria (suma de PSOE con Podemos) acercaría mucho el objetivo, la filosofía política se muestra renuente a dicha alianza. Iglesias despacha un discurso apaciguador que recuerda al Julio Anguita de sus últimos años al frente del Partido Comunista. Se ha convertido en un fervoroso propagandista de la Constitución.
Pero está fresca la memoria de cuando quería "asaltar los cielos" y proclamaba que el objetivo del movimiento Podemos era liquidar el "régimen del 78" y acabar con la casta de políticos que había engendrado. La Monarquía tampoco se salvaba. Hace apenas dos años, en ocasión del proceso separatista que culminó con el intento de golpe de Estado (calificación del fiscal Javier Zaragoza en el juicio celebrado en el Tribunal Supremo), Iglesias defendía el derecho de autodeterminación y la celebración de un referéndum en Cataluña pese a que semejante iniciativa había sido declarada ilegal por el Tribunal Constitucional.
Por decirlo así, Iglesias está intentado "blanquear" su figura. Durante la campaña de las legislativas aprovechó con éxito la plataforma del debate final entre los candidatos para presentarse con un firme defensor de la Constitución rebajando el registro de agresividad dialéctica que le precedía. Se dijo entonces que gracias a ese cambio de táctica había frenado la caída libre que los sondeos pronosticaban a Podemos. Aún así, la formación que preside perdió un millón de votos pasando a ser la cuarta fuerza en el Congreso. La tendencia a la baja no decreció y en las municipales perdieron otros ochocientos mil votos y el grueso de los bautizados por el propio Iglesias como los "ayuntamientos del cambio". En ésa situación reside la clave para entender la desesperación que se infiere de su constante aparición en los medios implorando a Pedro Sánchez para que cuente con él a la hora de formar el futuro Consejo de Ministros. Que hasta el momento el presidente no haya querido desvelar sí cuenta con Iglesias es significativo. Sánchez desconfía de Iglesias. Intuye que un pacto con Podemos podría facilitar la investidura pero con ellos en el Gobierno se abrirían las puertas a la inestabilidad. Iglesias transformó el movimiento transversal del 15M en un partido de corte leninista que le colocó en la cumbre y facilitó el extrañamiento de todos sus compañeros de viaje. Como en la fábula de la rana y el escorpión, el trabajo fraccional, la inestabilidad estaría servida. Está en su naturaleza.

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