Opinión

La decadencia política

El conocido politólogo norteamericano Francis Fukuyama, profesor de la Universidad de Princeton, es autor de un interesante libro sobre el orden político y la decadencia política. Fukuyama  es conocido por su tesis, polémica donde las haya, de que la democracia liberal es el mejor sistema político habido y por haber y que todas las mejoras de los distintos regímenes tienden inexorablemente a esta forma de gobierno. Es decir, para él, no hay sistema comparable a la democracia liberal.
Pues bien, en su libro sobre la decadencia política plantea que las causas de la recesión democrática que aqueja al sistema estadounidense se encuentran en el anquilosamiento de las instituciones y en la penetración de espurios elementos en el ámbito político. Sin embargo, a pesar de la constatación del declive del liberalismo político, el politólogo piensa que la democracia liberal puede superar sus males si es capaz de recuperar la flexibilidad y la transformación de sus instituciones, adaptándose a los nuevos tiempos y al compromiso de desarrollar sus tres componentes esenciales. La llegada de Trump a la Casa Blanca no ha hecho más que acentuar esa constatación de la mala situación en la que hoy, en tantas latitudes, ofrece la actividad política.
Es decir, si se vuelve a la separación de los poderes, a una administración pública adecuada a los fines del Estado y a la defensa del interés general, es posible que la democracia liberal vuelva a ser lo que fue. En este sentido Fukuyama piensa que la decadencia actual se puede sacudir acudiendo con renovado impulso al espíritu institucional originario.
Por otra parte, parte de la culpa de recesión democrática que se vive en muchas democracias actuales tiene que ver, apunta el politólogo norteamericano, a la falta de interés del común de los ciudadanos por el interés general. En parte, debido a la instalación de un consumismo insolidario inoculado por las terminales promotoras de esa sinuosa privatización del interés general que trae tan nocivas consecuencias para la democracia entendida como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Por eso, una de las conclusiones de este estudio reside en la expansión de la clase media  como futuro del modelo de la democracia liberal. Si se cumplen los pronósticos de su libro sobre el orden político y la decadencia política, se calcula que en 2030 casi 5.000 millones de personas pertenecerán a esa clase económica y, entonces, se terminará esta crisis política y se producirá la consiguiente expansión de la democracia.
La recomendación me parece atinada. El problema es que en este tiempo precisamente lo que se reduce es la clase media. Un colectivo de personas que es básico para la estabilidad económica, social y política de los países. Para la estabilidad en general.

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