Opinión

Investir no es gobernar

Las elecciones del pasado domingo, se ha dicho hasta la saciedad, nos deja un escenario ingobernable, fragmentado y más radicalizado. Gracias Sánchez. En estos primeros días, parece que el candidato del PSOE quiere tener gobierno antes de las Navidades. Ya ha dicho que quiere que sea "progresista" y que con la derecha, ni a la vuelta de la esquina. El problema para España -no estoy segura de que para él- es que la opción que le queda es pactar con una caterva de partidos comunistas, nacionalistas, independentistas, amigos de ETA y regionalistas que, obviamente, no van a dar su voto gratis. Menos aún, Podemos. Ahora, su líder querrá estar dentro del gobierno y con varios ministerios. La primera pregunta es, si como dijo, Sánchez no podría dormir con miembros de ese partido en el Gobierno, qué ha cambiado para que ahora vaya a dormir a pierna suelta.
Lo iremos viendo. Lo que es seguro es que con esas alianzas, Sánchez podrá lograr la investidura. Pero, ¿podrá gobernar? Y, eso es lo único importante. En un momento en que la situación en Cataluña está desmadrada absolutamente, con los violentos cortando carreteras y amagando con repetir la "hazaña", y con la economía en caída constante, un gobierno débil es lo peor que nos podría pasar. Hay reformas que llevan años esperando y problemas acuciantes sin resolver. No hay más que estudiar las últimas previsiones de la Comisión Europea para que nos preocupemos y mucho. La economía va a crecer menos este año y muy poco el año que viene, lo que se va a traducir en menos empleo. De hecho, Bruselas prevé que se creen 180.000 puestos de trabajo menos de los previstos por el gobierno. Además, el consumo está estancado y la confianza por los suelos.
Si, finalmente, Sánchez consigue arrancar la legislatura con Podemos en el Gobierno y el apoyo -ya veremos cuándo y para qué- de los 6, 7, 8 partidos pequeños, habrá que echarse a temblar, porque las previsiones de hoy pueden ser buenas comparadas con la realidad. La confianza, la inversión, el consumo y el empleo se verán gravemente dañados. Subirán los impuestos, el gasto público, el déficit y los ingresos no serán suficientes. Si lo consiguen, igual Sánchez acaba como Zapatero, viéndose obligado a realizar fuertes recortes que afectarán a todos, los ricos y los pobres.
Sin Sánchez y sus peligrosos acuerdos con los independentistas y filoetarras podría haber alguna posibilidad de que el PP se abstuviera. Pero, ya lo oyeron la noche electoral. En Ferraz, esta vez en ausencia de Ciudadanos, la consigna era "con Casado, no". De momento, está todo por escribir.

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