Cuando en enero de 2018 el policía venezolano Óscar Pérez falleció asesinado en la parroquia de El Junquito, hubo un momento en que la dictadura chavista pareció estar a las puertas del fin. A día de hoy, pese a la claridad y evidencia de las pruebas que atestiguan su brutalidad, el régimen de Maduro parece indestructible. Venezuela se parece cada vez más a Cuba. Se ha convertido en un factor de desestabilización de la zona y usa este poder para consolidarse. Mientras tanto, el pueblo se ve condenado a la pobreza, la opresión y la falta de libertad. El crimen se ha apoderado de Venezuela y solo el trabajo coordinado de los organismos internacionales podrá seguir forzando para conseguir resultados a medio plazo.
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