Opinión

Hay que fortalecer al Estado

El Estado vive horas bajas. El estallido de una violencia 'lumpen' en Cataluña muestra que hay que reforzar las estructuras de defensa de un país que carece de una legislación adecuada para defenderse; claro que ¿quién, qué legislador, iba a pensar que entraríamos en la situación surrealista en la que hemos entrado? La contemplación de las manifestaciones, a veces rayanas en la violencia, si no incursas en ella, de la noche del pasado martes llevaría a cualquiera a pensar que hay que intensificar controles y contestación policial. Pero no se trata de eso. No solamente de eso, al menos.
El país está asustado. La situación en Cataluña, lógicamente amplificada por los medios de comunicación, preocupa, más allá de que, bien pensado todo, consideremos que son apenas unas pocas decenas de miles de personas poco identificables con la normalidad cotidiana las que alteran el orden público. La protesta política ni es ni debería ser, ni será, esto; tiene que producirse por cauces más democráticos, y eso pasa, me parece, por la salida de Quim Torra de la Generalitat y de su mentor de cualquier área de influencia.
Para mí, ahora el Estado es el Gobierno central más el acuerdo al que pueda llegar con otras fuerzas constitucionalistas. Más que nunca, es la hora de la política, del palo mezclado con la zanahoria, del diálogo. Muchas veces he expresado mi escepticismo en el sentido de que la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución, en cualquiera de sus múltiples posibilidades, pueda solucionar el grave contencioso moral que nos empieza a separar, cada día más, de los catalanes, independentistas y no.
Fortalecer al Estado es afianzar la figura del Rey, cuyo alcance ha sido zarandeado. Y es procurar una nueva legalidad pensando que hemos empezado a atravesar una segunda Transición. Ni más, ni menos. Imposible, en los estrechos límites de esta columna, trazar un programa completo de las acciones a emprender. Sospecho que las primeras, además del entendimiento entre quienes, en el fondo, quieren lo mismo para el país, consistirán en procurar un acuerdo generalizado que procure una evolución en la legalidad.
A eso, nada menos, es a lo que debemos ahora dedicar nuestros afanes.

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