Procés

Forcadell reprocha que no se la juzgue como a sus compañeros de Mesa por desobediencia ante el TSJ de Cataluña

La expresidenta del Parlamento de Cataluña Carme Forcadell ha reprochado duramente a las acusaciones durante su turno de última palabra en el juicio del `procés` en el Tribunal Supremo que se la haya separado del resto de los que fueron sus compañeros en la Mesa de la Cámara y que en vez de ser enjuiciados por rebelión responderán tan solo por un delito desobediencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

Vestida con un traje de chaqueta y pantalón amarillo, la expresidenta ha señalado que lleva sufriendo un total de 447 días de prisión injusta y que tras cuatro meses de juicio le resulta "totalmente incomprensible" que se mantengan acusaciones contra ella por las que se le piden 17 años de prisión.

"Las pruebas documentales y testificales demuestran que mis conductas han sido las mismas que las de mis compañeros de Mesa, no existe ninguna declaración ni hecho que difiera de las de mis compañeros", ha indicado, para añadir que su voto en las decisiones del citado órgano parlamentario "ha sido tan importante o tan poco importante" como la de sus entonces compañeros en el Parlament.

Forcadell, que habló sin el apoyo de ningún papel que sí utilizaron otros de los encausados en este último turno de intervenciones, ha añadido que tampoco se ha presentado como prueba contra ella ningún mensaje en Twitter, Whatsapp, correo electrónico o llamada telefónica que justifique que se la mantenga separada del resto de exparlamentarios que serán juzgados en Barcelona.

Por todo ello considera que está siendo juzgada "por su trayectoria política" y por ser quien es, no por sus actos. "Prueba de ello es el interés de las acusaciones en otorgarle funciones de las que carecía como presidenta del Parlament, ya que se limitó a cumplir con el Reglamento de la Cámara para defender "la libertad de expresión, el derecho de participación política y de iniciativa de todos los diputados y diputadas".

ESFUERZO PARA QUE SALIERA EN EL JUICIO

Ha censurado igualmente Forcadell que las acusaciones hayan realizado un "extraordinario esfuerzo" para que su nombre saliera a lo largo del juicio "cuantas más veces mejor", para incriminarla "con falsos testimonios y sin ninguna prueba", y que por ello tiene la sensación de que los cuatro meses de juicio no han servido para nada y la Fiscalía ha incidido en su escrito final en los mismos hechos pese a haber tenido la oportunidad de cambiarlos.

Como ejemplo de ello se ha referido al mando de la Guardia Civil responsable de la investigación del referéndum del 1-O en el Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, Daniel Baena, que la situó en una determinada reunión para luego reconocer a preguntas de su abogada defensora que ello había sido un "lapsus".

"Como presidenta del Parlament he defendido que la palabra ha de ser libre y lo seguiré defendiendo", ha añadido Forcadell, para apuntar que la Mesa de la cámara autonómica "no puede ser un órgano censor que decida de lo que se puede y no se puede hablar". En este punto ha aludido a la importancia de la inviolavilidad parlamentaria que ha vuelvo a invocar por ser la base de la separación de poderes.

BASSA DEFIENDE SU INOCENCIA

Seguidamente ha intervenido la exconsejera también en prisión preventiva Dolors Bassa, que también ha comenzado aludiendo al número total de días que lleva en la cárcel, que son 478, así como a las 50 sesiones de este juicio en los que a veces se ha "escandalizado y a veces entristecido".

Pese a reconocer que carece de formación jurídica la exmiembro del Govern de Carles Puigdemont ha señalado que considera que en este juicio subyace "un gran fondo político". A continuación se ha descrito como profesora, feminista, demócrata e independentista y ha aludido a su paso por el sindicalismo desde la UGT, así como al hecho de que antes de entrar en prisión preventiva renunciara a su acta como diputada del Parlament y no volviera a presentarse a las elecciones.

Bassa también ha negado los hechos que le imputan las acusaciones, por los que se enfrenta a 16 años de cárcel por rebelión y malversación de fondos públicos, y ha subrayado con "voz alta y clara" que ninguna de las pruebas presentadas ha hecho referencia a una actuación delictiva por su parte.

No obstante ha añadido que en su día no quiso desoir la demanda del "ochenta por ciento de la población que pedía votar" y que la desobediencia hubiera consistido en presentarse con un determinado programa electoral y no cumplirlo.

"Si en algún momento hubo tensión política siempre creí que era conflicto transitorio y que nuestra manera de avanzar era conseguir negociar, y ello está muy lejos de lo que nos han acusado, que es de poner en jaque el orden constitucional", ha añadido, para apuntar que siempre ha rechazado la violencia y jamás la ha promovido.

"Pertenezco a la generación que en Cataluña escuchamos de nuestros abuelos hablar del `procés" de Cataluña --ha concluido--. Algo difícil, complicado y que en los libros no estaba escrito", porque que "los libros los escriben los poderosos y los vencedores".

"Su sentencia no solo determinará la etapa final de mi vida --la exconsejera supera los 60 años de edad--, sino que puede ser un principio de solución para muchas personas, les pido que piensen en ello", ha concluido, apelando directamente al tribunal.

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