Opinión

Fernando de Bulhôes

Posiblemente al leer el titular de estas líneas nada les diga a más de uno. Ni idea. Y si les digo que se trata del personaje más veces citado todos los días en el mundo y con más lugares a él dedicado, la cosa se va despejando. Si por encima les comento que es un santo “Doctor de la Iglesia” desde el 16 de enero de 1946, nacido a fines del siglo XII y fallecido con 35 años el 13 de junio de 1231 y canonizado rápidamente el 30 de mayo de 1232 por el papa Gregorio IX, a lo mejor ya van acertando. Pero aún más si les comunico que se le representa con un libro en la mano el Niño Jesús encima, también con un pan una mula o una custodia y que además era un predicador y teólogo franciscano insigne, entonces llegarán a la conclusión que es San Antonio. Incluso San Juan Pablo II visitó su lugar de nacimiento en Alfama durante una de sus visitas a Portugal. Es invocado para los objetos extraviados, por quienes buscan pareja y también por los celíacos. Su fiesta es el 13 de junio.
Nació en el barrio más señero de Lisboa y únicamente estuvo unos años en Padua debido a un naufragio por lo cual, ¡injustamente!, se le llama de Padua algo que a los portugueses sienta fatal y con razón. ¡Es de Lisboa!, aun cuando el patrón del Patriarcado sea el español San Vicente, San Antonio lo es de la ciudad. Llamado “Arca del Testamento” por Gregorio IX, sus sermones fueron más de seis mil. Reconducía a la paz, hacía restituir lo sustraído, liberaba a las prostitutas y disuadía a ladrones. Es por ello por lo que la próxima semana comienzan las entrañables e inigualables fiestas de Lisboa y el ayuntamiento paga todas las bodas de cuantos se quieran casar en la Catedral el día 13. El bullicio se traslada a todas las calles y barrios dando un clima único de alegría y fiesta, con animación en los rincones más típicos de la ciudad invadida por miles de personas y con un olor a sardinas asadas y aromas de las albahacas (“Manjerico”) por todas partes.
Estas fiestas, ya en el preludio del verano, tienen su inicio la noche del 12 de junio con el desfile de las “Marchas Populares” por la avenida da Liberdade con gran colorido que recuerda a los carnavales brasileños; y después todo junio por las noches se celebran verbenas que animan los barrios típicos de Lisboa, desde Castelo a Mouraria, Graça, Alfama, Ajuda y Bairro Alto… con música, baile y al ritmo de las canciones populares; con guirnaldas y globos de colores y sin faltar los espectáculos de fado, jazz y otros géneros musicales. La “Gran Lisboa”, “Ciudad de la Luz”, está de fiesta y entra en su semana grande olvidando crisis, problemas y sinsabores a partir del 10, día de Camôes. Encima este año vuelve a ser solemnidad el Corpus el jueves día 15, con lo que es un añadido y un motivo más para salir a la calle este pueblo tan dado a recluirse en los centros comerciales y dejar vacías sus “ruas” durante el resto del año.
Fiestas eminentemente populares que contagian a jóvenes y adultos para darse una vuelta y lograr (¡harto difícil el 12 a la noche entre tanta multitud!) conseguir una sardina que es el logotipo de estas fiestas, una “entremeada” o unas “febras”, regadas con un algún buen vino de esta tierra lusa. Todo ello entonando algo que todos cuantos de corazón aquí vivimos (hay lisboetas “de pura gema” y otros lo somos “de coraçao”) sabemos y que ya la inolvidable Amalia cantaba: “Um craveiro numa água furtada/ cheira bem, cheira a Lisboa./ Uma rosa a florir na tapada/ cheira bem, cheira a Lisboa./ Lisboa cheira aos cafés do Rossio/ e o fado cheira sempre a solidão./ Cheira a castanha assada se está frio,/ cheira a fruta madura quando é Verão./ Os lábios têm o cheiro de um sorriso./ Manjerico tem o cheiro de cantigas/ e os rapazes perdem o juízo/ quando lhes dá o cheiro a raparigas”.

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