Opinión

Famosos para bien… y para mal

Un nutrido grupo de personajes populares de toda rama y estamento, ha asumido la responsabilidad de concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de tomarse las cosas en serio y ha hecho causa de la legalidad, contribuyendo con sus mensajes a que las reglas establecidas por los estamentos gubernamentales sobre el confinamiento se cumplieran. Admirables son los rostros de hombres y mujeres deportistas, escritores, periodistas, cocineros, actores, músicos, creadores, artistas de toda tendencia y condición que han hecho suyo el protocolo a cumplir y lo han difundido por todos los canales posibles para que el mensaje calara y la sociedad supiera que eso era lo que había que hacer aún a pesar del sacrificio y la exigencia.

Otros en cambio, los menos naturalmente, han hecho todo lo contrario y además se han jactado de ello, y si bien no hace falta repetir nombres porque están en la memoria de todos, sí viene bien que recordemos este comportamiento para cuando llegue el día en que la situación se normalice –llegará tarde o temprano- les pidamos cuentas, y sepamos por qué se empeñaron en llevar la contraria, negar la evidencia y hacer de su capa un sayo. Uno de ellos, decía hace unos días en un periódico que él se había saltado el confinamiento como todo el mundo. Pues no solo la mayor parte de los ciudadanos han obedecido las órdenes sino que es muy probable que gracias a ese confinamiento la pandemia haya perdido actividad. Y si no seguimos respetando las reglas, volveremos a la casilla cero.

Los micrófonos son, y uno lo sabe por experiencia profesional, una golosina y tiran de lo mejor y de lo peor que habita en lo más recóndito del ser humano porque son símbolo de popularidad y sinónimo de conocimiento. Una cita en la ventana de los medios proporciona estatus social, una condición que da mucho gustirrinin, y pocos tienen capacidad para sustraerse a su influencia. Pero si no se afrontan con sentido común pueden hacer estragos, como el de esa gente  guapa que se pasa  las ordenanzas por el forro y encima se jacta de ello. No es bueno perder la calma  e irse del filete. Ahí tienen ustedes al tal Setién, que parecía un tío serio y ya le han convencido de que España les roba y lo casca públicamente. Con los tontos no hay remedio.

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