Opinión

Falsifican el pasado para justificar el presente

Alguna vez he citado la magna obra del profesor Eduard Meyer “El historiador y la Historia antigua” en la que denuncia el repetido fenómeno de que para justificar el presente no se dude en reinventar el pasado. Pareciera que estaba pensando en el actual proceso que vivimos en España a propósito de Cataluña, que entre nosotros cuenta con resueltos simpatizantes que usan el método para fabricarse un pasado que se acomode a sus propósitos.
Algunos se empeñen en invocar la patraña de la “Corona Catalalo-Aragonesa” que sencillamente nunca existió, puesto no hubo otra realidad que la Corona de Aragón que comprendía al Condado, que no reino, de Barcelona. La expresión “Corona Catalano-aragonesa” fue establecida en el siglo XIX a partir de la llamada “Renaixencia”, por parte de quienes tratan de asignar a la región catalana una categoría histórica que nunca tuvo y se llega incluso a darle la vuelta como si Cataluña fuera la clave del reino del que formaría parte Aragón, y no al revés.
Decía Toynbee que la historia se puede empezar a contar desde donde uno quiera comenzarla. Y a partir de ahí, con la manipulación que denuncia Meyer empezar a extrapolar los episodios y establecer consecuencias, como se viene haciendo con respecto a la propia historia de España como nación. En su momento, la interpretación marxista de la historia del mundo abundó en esa técnica, cuyo exponente más grosero era interpretar los hechos del pasado con perspectivas y criterios del presente y no de su contexto. 
Por cierto que uno de los más pintorescos episodios de esta historia tuvo lugar, tiempo ha, cuando se trató de buscar un héroe nacional para Galicia y se pensó en el mariscal Pardo de Cela, por considerarlo un héroe de la resistencia frente a los Reyes Católicos. Se pasaba por alto que Pardo fuera un duro señor feudal. Eso era lo de menos. Para sostener intelectualmente su candidatura, sin que nadie la hubiera leído, se invocaba la referencia del padre Zurita “Doma y castración del Reino de Galicia” en su magna obra “Anales de la Corona de Aragón” que era una cita muy querida por Castelao. 
El profesor Pardo de Guevara, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y director del Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento” desmontó hace tiempo la cita de esta crónica que Castelao introdujo en su discurso en las Cortes republicanas el 18 de septiembre de 1931 y que fue durante tiempo una cantinela de ciertos sectores del nacionalismo gallego. Asunto independiente, eso sí, del efecto que causó en detrimento del gallego el introducir el uso del castellano en las Reales Audiencias. Pero eso es otra cosa.
Reproduce Pardo de Guevara lo que escribe Zurita sobre el asunto, que dice: “En aquel tiempo se comenzó a domar aquella tierra de Galicia, porque no sólo los señores y caballeros della pero todas las gentes de aquella nación eran unos contra otros muy arriscados y guerreros, y viendo lo que pasaba por el conde [de Lemos] -que era gran señor en aquel reino- se fueron allanando y reduciendo a las leyes de la justicia con rigor del castigo”.
Pardo de Guevara concluía: “El sentido de esta breve alusión está muy lejos de coincidir con la interpretación de Castelao, quien asume el término "doma" en su sentido literal y lo extiende al conjunto del reino gallego para extraer, a partir de ahí, esa visión intencionadamente sesgada -el añadido de la "castración" es por sí mismo revelador- que ha quedado anotada. En realidad, el sentido de las palabras de Zurita, analizadas en todo su contexto, asemeja ser exactamente el contrario. Y esto sí que merece una breve reflexión.
O sea, que los Reyes Católicos pusieron orden en un territorio donde los bandidos asolaban a las gentes y los nobles feudales ejercían una tirana opresión sobre los siervos y andaban en guerra continua entre sí. O sea, que si intervención fue necesaria y benefactora. Todo esto es apenas un ejemplo de las torticeras referencias con que se arma en nuestros días la pretendida necesidad de desmontar la nación española como un ente cuya existencia no está justificada y, por lo tanto, debe ser reconvertida en una serie de naciones independientes y soberanas. En todo caso, sin ir más lejos, desde la propia Constitución de Cádiz, quedó clara la voluntad soberana de la nación española (pese a los avatares de la independencia de los territorios ultramarinos) de ser una plena y unida, solidaria y constituida por ciudadanos iguales y libres, de todas las regiones de España. 
En su obra de despedida “Mi testamente histórico-político” Don Claudio Sánchez Albornoz expresara sus temores sobre el futuro de España y señalara que una federación sirve para unir lo separado, pero no para separar lo unido. En ese sentido, otros historiadores recientes han bromeado con la pretensión de convertir España en un remedo de la monarquía Austro-Húngara o algo parecido. 

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