VAL MIÑOR

El encierro tras los muros del convento

Entrada principal dede la calle Diego Carmona al convento de la orden de las Dominicas en Baiona, compuesta por siete monjas de clausura.
photo_camera Entrada principal dede la calle Diego Carmona al convento de la orden de las Dominicas en Baiona, compuesta por siete monjas de clausura.
Con el paso de los días la sociedad en general se adapta al nuevo contexto y poco a poco la cuarentena a la que la población está sometida empieza a ser una pieza fundamental de la rutina diaria. Un sacrificio por el bien común que está siendo asimilado de manera muy diferente. Un caso especial es el de las religiosas en los que el confinamiento es un modo de vida, y no lo hacen por obligación sino por convencimiento. 
En pleno corazón de Baiona se encuentra el monasterio de la Anunciada que data del siglo XVI, cuyo interior está flanqueado por grandes muros de piedra y en donde aquí hasta el tiempo se queda al margen. Menos de una decena de integrantes de la orden de las Dominicas viven su  clausura monástica alejadas de interferencias externas aunque la paralización del mundo también les afecta en cierto modo. 
"Es comprensible que la gente piense que estamos acostumbradas a vivir cerradas y es cierto, pero nuestra actividad también se ha parado un poquitín", explicó Sor Imelda Inés González, Madre Superiora del convento, refiriéndose sobre todo a la producción de repostería que hasta hace una semana realizaban diariamente en su obrador, y al cierre de la capilla a los fieles decretado por el Gobierno dentro de las medidas para evitar la extensión de la epidemia. 
Una situación por la que no escondió su preocupación sumada a que además el poco contacto que mantienen habitualmente con los vecinos se ha visto reducido a cero, con lo que su aislamiento en la actualidad es total. 
Aún así explicó que "ahora es cuando más cerca tenemos que estar del pueblo", argumentó la abadesa, mientras explicaba a este diario que ahora el Ángelus y el Rosario de las 12 horas se retransmite por megafonía y va dirigido tanto a los que creen como a los que no, porque "el confinamiento nos está afectando en todo y a todos y hay que arrimar el hombro".
Para Sor Imelda el mensaje está claro, "en primer lugar tenemos que hacer caso a las autoridades en todas las recomendaciones dadas, y por otro lado la única fuerza capaz de hacernos superar este bache es la fe". 
Sin embargo para la cabeza visible de las Dominicas la situación que se está viviendo tiene una lectura positiva que no es otra que "la unión que se está produciendo entre las familias ya que en los tiempos que corren la tendencia marca una individualización de las vidas", contaba a este diario desde el interior de los muros del convento, eso sí, sin fotos de las religiosas. En eso, confinamiento absoluto. n

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