Cartas al director

El perdón

Perdonar no se trata de renunciar ni a la justicia ni a la dignidad, no es borrar la memoria, ni volver a ponernos en riesgo ante  la persona que nos ha ofendido. Perdonar se trata de renunciar al rencor y a la ira que brotan de haber sido víctimas; se trata  de renunciar a tener en nuestras manos los pedazos punzantes de aquello que nos rompieron, de sofocar el fuego de una dolorosa quemadura que voluntariamente nos causaron ; dejar de herirnos a nosotros mismos acariciando los restos de lo que nos hirió. Perdonar es renunciar al deseo de venganza y buscar el mal del que nos ha agraviado, es decir convertirnos en pecadores como él, hundirnos en la espiral de la violencia y de la destrucción.¡Cuántas veces quisiéramos retroceder al pasado y rectificar actitudes motivadas por la ira! 
Si hacemos el ejercicio de pensar en las personas que nos han lastimado, podremos percibir que probablemente pocas nos han extendido la mano, porque la gran mayoría no han asumido el mal que nos ocasionaron, y siguen “endemoniados”, poseídos por la soberbia, destruyendo lo que encuentran a su paso y causando escándalo. Hay que alejarnos de esas personas y ponerlas en manos de Dios, no deseando que los aniquile, sino que los libere, que los sane. Eso ya nos encamina al perdón. Si rezamos por la conversión de una persona, ya hemos vencido la aversión hacia ella.
En algunas ocasiones hemos sido nosotros los que hemos pedido perdón a quien nos ha herido,obedeciendo al dicho de que “el primero en pedir disculpas es el más valiente; el primero en perdonar es el más fuerte y el primero en perdonar es el más feliz”, tratando  de restablecer una relación que nos importaba. Ser generoso con Dios , implica tomar la iniciativa de pedir perdón al prójimo.
En cualquier caso,pedir perdón y perdonar solo es posible desde una serenidad de espíritu, y después del tiempo oportuno para sobreponerse al dolor que nos han causado o percatarnos del mal que hemos ocasionado.
Pidamos a Dios la gracia del Perdón, es decir, ser perdonados y poder perdonar. El perdón no es fruto de nuestra voluntad, sino de la misericordia de Dios, que nos libera de las cadenas del odio y del rencor, y nos adentra en la espiral del amor, comprometiéndonos con la reconciliación y la justicia, únicos caminos para vivir la verdadera paz.
Tal vez , la afirmación más radical que hizo Jesús fue”Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.Quien niega el perdón a su hermano, es inútil que espere el perdón de Dios.”Jesús describe la misericordia de Dios no solo para mostrarme lo que Dios siente por mí, o para perdonarme los pecados y ofrecerme una vida nueva y mucha felicidad, sino para invitarme a ser como Dios, y para que sea tan misericordioso con los demás como lo es Él conmigo”, El regreso del hijo pródigo, Henri Nouwen.