Opinión

El Ministerio de la soledad

Las expectativas de vida se alargan. Los españoles estamos entre los más favorecidos en la estadística de la longevidad: casi 88 años las mujeres y 83 los hombres. Lo dice el Instituto Nacional de Estadística (INE). Mezclando sociología y avances médicos algunos expertos hablan ya con naturalidad de que llegar a los cien años no será una rareza. Ahora tenemos once mil compatriotas que han superado esa edad y la previsión es que en quince años sean 45.000. Dejándonos llevar por el fervor estadístico -y siempre según la misma fuente- anoto que dentro de cincuenta años serían 200.000 los españoles centenarios. Al hilo de ese futurible surge una pregunta: viviremos más, pero ¿cómo será la vida a ésas edades?
Nadie puede afirmar que lo sabe; todo son conjeturas a partir de los datos del presente, de la realidad que conocemos. Parte de esa realidad nos dice que las expectativas no son del todo halagüeñas. Por el mismo estudio del INE sabemos que dentro de quince años España tendrá 49 millones de habitantes. Habrá más de doce millones de personas con 65 años o más de esa edad. Y uno de cada tres vivirá solo. Más mujeres que hombres padecerán esa situación de soledad. Ahora parece que es uno de cada cuatro españoles. Me parecen datos tremendos; tristes dónde los haya.
La soledad cuando no es una soledad buscada, es un drama. Se asocia con la depresión, la ansiedad y también con algunas enfermedades vasculares. Incluso con la demencia. Si a las limitaciones físicas propias de la edad se unen los males que aparejan las ausencias, ¿dónde anida la esperanza que dotaría de sentido a vivir más años? Viviremos más años, sí, ¿pero en qué condiciones? Por ejemplo, la situación económica de cada uno. En España el futuro de las pensiones está dando pie a un enconado debate. Sobran pronósticos pesimistas e incluso malos augurios acerca de su cuantía y sostenibilidad. Es verdad que tomando la cuestión del aumento de las expectativas de vida por el lado positivo se abre un abanico de posibilidades, sobre todo en orden al ocio. Viajar es vivir, leer otro tanto, cuidar a los nietos, hacer nuevas amistades, etc. Incluso formar nueva pareja. Una de estas estadísticas que todo lo miden aporta otro dato llamativo: en los últimos cuarenta años los casamientos entre personas de más de 65 años se han multiplicado por cinco.
La soledad es un problema de cada individuo, pero paliar su dependencia es un compromiso del Estado. Compromiso que obliga a los gobiernos de turno. Los políticos prometen pero sus promesas no acaban de llegar al BOE. Y no se les puede perdonar. Sí vamos a vivir más años, tras una vida cotizando a la Seguridad Social y pagando otros impuestos, es de justicia que éste gobierno o el que venga cumplan su compromiso con quienes gracias a sus esfuerzos han contribuido al progreso de España. En el Reino Unido han creado una secretaria de Estado (el Ministerio de la Soledad) que se ocupa de las personas mayores que viven solas y dependen de la atención de Estado. Es una buena idea porque cuando la soledad va unida a la vejez, entonces tenemos algo más que un problema presupuestario. Es una cuestión moral y de justicia.

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