Opinión

Deseo de tranvía

Vigo maltrató a los tranvías y le debía un homenaje que ahora en parte se resolverá con la instalación de uno portugués en un lugar público. En 1968, el servicio metropolitano -porque lo era, cubría desde Chapela hasta Ramallosa- de ferrocarriles eléctricos dejó de funcionar al aprobarse la llegada de los modernos autobuses, una decisión que acabó en los tribunales en pleno franquismo. Eso no fue lo peor: la práctica totalidad de las unidades rojas y blancas quedaron abandonadas en un descampado en la Florida, donde poco a poco desaparecieron. Sólo se salvó uno, que acabó en una colección particular en Valencia. Desde entonces, todas las intentonas con respecto al tranvía se han visto frustradas, entre ellas al menos tres propuestas para desarrollar un metro ligero, la versión siglo XXI. La más seria se remonta al año 2000, con un compromiso entre Concello y  Xunta para un estudio de viabilidad e implantación de la primera línea por el centro urbano. La falta de interés político de los sucesores de Príncipe y Cuiña, los impulsores, condenaron la idea al olvido. Luego llegarían varías más, de menor calado. Desde ahora al menos hay un tranvía en la Muy Leal. 

Te puede interesar