ELECCIONES 10-N

Del éxito al fracaso en siete meses

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante su comparecencia
photo_camera El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante su comparecencia
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, presentó ayer su dimisión tras la debacle del domingo, en las que su partido pasó de 57 a solo 10 escaños en el Congreso. Es el finald e un camino del éxito al fracaso en solo siete meses.

Pocos podían imaginar en las elecciones del pasado mes de abril que uno de los teóricos triunfadores de aquellos comicios iba a abandonar la política siete meses después a raíz de un estrepitoso fracaso en las urnas.
En los comicios de abril Albert Rivera lo apostó todo a una carta, superar al PP y convertirse en el partido hegemónico de la derecha, pero no lo consiguió y a partir de ahí todo fue cuesta abajo. Con su crédito político empeñado a una promesa electoral insalvable, que no pactaría jamás con el socialista Pedro Sánchez, Rivera se quedó en tierra de nadie, como una pieza más del bloqueo político en la que lleva instalada España desde hace demasiado tiempo. Tuvo al alcance de su mano formar gobierno con el PSOE o, cuando menos, facilitar y condicionar su investidura, y ahora siete meses después lo ha perdido todo.
La repetición electoral le ha pasado una factura que ni las encuestas más pesimistas auguraban, aunque el precipicio se veía venir.
De los 57 escaños del 28 de abril a solo diez diputados el 10 de noviembre. Prácticamente todas las caras visibles de su partido se han quedado fuera del Congreso. Una sangría a la que se suma todos aquellos que poco a poco se fueron marchando por no compartir la línea política del presidente.
Una debacle en términos porcentuales solo comparable a la que sufrió la Unión de Centro Democrático en 1982. De nuevo, un partido que a priori se presentaba de centro y liberal, devorado por fuerzas políticas a su derecha. La UCD por Alianza Popular, y el Cs de Rivera por el PP y Vox.

“por coherencia"
La derrota de Ciudadanos se produce además con especial virulencia en las zonas urbanas, su tradicional granero de votos, que de abril a noviembre le han dado la espalda con estrépito.
Rivera ha asumido su fracaso y lo deja todo. Abandona la Presidencia del partido, su escaño del Congreso y la vida política. Dice que lo hace "por responsabilidad y coherencia" y porque los éxitos de un partido "son de todos" pero los malos resultados "son del líder". Asegura que lo deja todo para que el proyecto de Ciudadanos continúe, porque "el centro político existe" y hay "muchos españoles que necesitan votar liberal y centro" en un contexto de polarización política y de auge de los extremos.
"Nunca estuve en política atornillado a un escaño", ha proclamado ante los suyos, que le han aplaudido a rabiar, algunos con lágrimas en los ojos en una declaración sin preguntas en la sede del partido que ha sido, en cierto modo, su epitafio político.
Para Rivera, la vida es mucho más que la política y ahora quiere recuperarla después de 13 intensos años en primera línea y cuatro años frenéticos como diputado en el Congreso. De aquel joven que se exhibía desnudo en los carteles electorales del partido catalán de moda que sorprendía a todos, queda ahora un animal político herido que ha dado un paso al lado para permitir, o al menos no obstaculizar, la supervivencia de su partido, de su proyecto político personal.
En el banquillo de Ciudadanos, ahora tan menguado, se alza ahora una figura en la que todos ponen la mirada: Inés Arrimadas. Una política que se ha curtido como Rivera en el duro escenario catalán pero que después de haber ganado las elecciones autonómicas en Cataluña, dio el salto a Madrid donde ha pasado con más pena que gloria.

Arrimadas, en primera línea de un partido que debe "aprender a sobrevivir" sin Rivera

Ciudadanos no esperaba un batacazo de las dimensiones del que se dio el domingo y tampoco que Albert Rivera lo dejara todo ayer  abriendo paso a un cambio de rumbo en el partido, clave para su supervivencia, y que para muchos dirigentes tiene que ser liderado por Inés Arrimadas.
Los miembros de la Ejecutiva no tienen dudas de que Arrimadas es el recambio "natural" para que el partido naranja pueda reponerse de un desastre "sin paliativos". El secretario general José Manuel Villegas, ha asumido las riendas del partido, mientras el exportavoz parlamentario  Juan Carlos Girauta se va con Rivera. h
Arrimadas no se ha pronunciado sobre la posibilidad de postularse como presidenta de Cs, un cargo que podría tener también otros aspirantes porque según apuntan algunas fuentes naranjas, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, no ha descartado hacerlo y espera tener una conversación con la catalana para tomar una decisión.
Mientras que el núcleo duro de Rivera, entre ellos el rpopio Villegas, y los secretarios de Organización y Comunicación, Fran Hervías y Fernando de Páramo, guardan silencio, otros nombres destacados apremian a pasar página y poner en marcha la recuperación del partido. Una vez que Rivera, 13 años al frente de un partido que nació con él, se ha echado a un lado, lo más inmediato es que el Consejo General de Cs tome provisionalmente el control de la formación hasta el nombramiento de una gestora, lo que se hará en un cónclave que se convocará previsiblemente en dos semanas.

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