coronavirus

Cuarentena en el monte

Pedro Vázquez se ejercita en la máquina de kayak ergómetro en la casa madrileña en la que se encuentra confinado.
photo_camera Pedro Vázquez se ejercita en la máquina de kayak ergómetro en la casa madrileña en la que se encuentra confinado.
El palista del Tudense Pedro Vázquez está confinado en Madrid junto a compañeros de la selección
A Pedro Vázquez Llenín, la explosión de la pandemia de coronavirus le pilló en Madrid, preparando el selectivo que podría darle el billete olímpico. Pero, ya antes de que se decretase el Estado de Alarma, el palista del Kayak Tudense y varios compañeros y compañeras más de la selección española de piragüismo decidieron instalarse en dos casas contiguas ubicadas en la Sierra de Madrid, a escasos metros del pantano de Picadas, donde solían entrenar. El cierre del Centro de Alto Rendimiento y la responsabilidad de evitar el foco de contagio en la ciudad les llevó a un confinamiento voluntario que se volvió casi obligatorio el pasado sábado 14, cuando el gobierno decretó el Estado de Alarma.
"Es una situación que hay que entender. Debemos solidarizarnos", reflexiona el asturiano, al que el posible aplazamiento de los Juegos le deja "más tranquilo" en cuanto a temas de preparación. "Nos estaban diciendo que se iban a celebrar y veías que había países que estaban entrenando con normalidad. Te generaba preocupación pensar en cómo lo íbamos a afrontar", añade Vázquez, que se muestra partidario del aplazamiento: "Ahora estamos nosotros en esta situación, pero más adelante les tocará a otros países. Esta desventaja les llegará a un mes de los Juegos, así que no tiene sentido celebrarlos este verano".
Como a cualquiera en medio de esta situación límite, la incertidumbre es lo que más angustia a Pedro y a sus compañeros en su confinamiento. El no saber. ¿Qué va a pasar con los Juegos? Si se posponen, ¿a qué fecha? ¿Cómo se va a configurar el resto de la temporada? Son preguntas sin respuesta. Y así seguirán mientras no se encuentre la solución a la gran cuestión de todo este asunto, que es frenar la propagación del coronavirus. A partir de esa respuesta, llegarán todas las demás. Lo única que se puede hacer en lo que dura el proceso es mantener la línea de trabajo. "Tenemos que seguir entrenando. No podemos perder la forma porque no sabemos si en septiembre se hará un Mundial o cualquier otra competición", sostiene el deportista del Tudense, que reconoce que "el ergómetro se hace duro" pero que "hay que seguir porque no queda otra".
Pero la reclusión en la Sierra madrileña no puede ser eterna. "Tenemos en la casa hasta el 5 de abril", explica Pedro Vázquez, que ya está viendo la forma de equiparse en su domicilio de Asturias con todo lo necesario para poder seguir trabajando entre cuatro paredes, pero al menos en las de su casa. "No vamos a prorrogar esta situación demasiado. Me he comprado un ergómetro y espero que llegue a casa con normalidad. En cuanto lo tenga, intentaré irme de aquí", comenta el palista del club de Tui.
Eso sí, tanto su marcha como la de sus compañeros a sus lugares de origen se harán con la máxima seguridad de que no va a suponer un peligro de contagio para nadie. Hasta el momento, Vázquez Llenín no ha tenido ningún síntoma relacionado con el coronavirus. Se encuentra bien. Y sus compañeros también. "Quiero asegurarme de que no lo tengo para no pegarlo ni transmitirlo por ahí. La idea es simplemente salir de aquí, llegar a casa y quedarme allí sin salir, que es lo que se debe hacer en esta situación tan comprometida", explica el piragüista del Kayak Tudense, que se colgó la medalla de plata en el Mundial del pasado año en Szeged (Hungría), formando parte del K2 500, junto al también asturiano Pelayo Roza.
"Ojalá me pudiese hacer ahora mismo una prueba y quitarme cualquier duda", expresa Pedro, que se muestra preocupado por su familia, a la que echa mucho de menos. De hecho, tanto el palista asturiano como todos sus compañeros y compañeras recluidos en la montaña madrileña, son partidarios de someterse a un test del coronavirus antes de emprender el regreso a sus hogares. "Sería lo lógico. Así podríamos marcharnos tranquilos a nuestras casas sin miedo a contagiar a nadie", explica el palista. Igual que cuando se fueron al monte tras el estallido de la pandemia. Responsabilidad hasta el final. n

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