VIGO

Cuando Vigo fue lo más

Casa Mar cerró y en su lugar se construyó el Auditorio de Beiramar.
photo_camera Casa Mar cerró y en su lugar se construyó el Auditorio de Beiramar.
En pleno desarrollismo, desde finales de los años cincuenta hasta finales de los setenta, Vigo dio su estirón y se sucedieron hechos imposibles con hitos a nivel nacional y europeo: Povisa, Xeral, Nova Olimpia y Casa Mar

 En esos años Vigo se convirtió en la ciudad que más creció de Europa y fue lo más en España en al menos cuatro aspectos: el edificio más alto, el mayor hospital privado, la sala de fiestas de máxima capacidad y la empresa pesquera líder. Además, Vulcano fue la primera gran empresa de España con un economato de trabajadores. Como colofón, a  finales de los setenta se construía el puente de Rande, el mayor atirantado del mundo en ese momento. La ciudad de los prodigios. 

El hospital Vierna, luego Xeral y ahora Ciudad de la Justicia.
El hospital reconvertido. En 1955, se abría la entonces denominada Residencia Almirante Vierna, que los vigueses enseguida llamaron “Pirulí”. Fue inaugurado por Franco. La torre, de 75 metros, fue el edificio más alto de España hasta ser superada en Madrid. El acceso original se realizaba a través de una gran escalinata, que desapareció en 1982 en una de las necesarias ampliaciones del hospital, pero que afearon un edificio modernista. Con el paso de los años, llegaron varios anexos y su cambio de nombre, el Xeral, que se hizo popular. En su última etapa contaba con un recubrimiento verde eliminado con las rehabilitación para su reconversión en Ciudad de la Justicia, dejando nuevamente el edificio blanco. La previsión, todavía oficial pero difícil de cumplir, es que esté listo para septiembre.

Casa Mar cerró y en su lugar se construyó el Auditorio de Beiramar.
Casa Mar, el Auditorio: La empresa Motopesqueros de Altura Reunidos (MAR) abrió una factoría única, inaugurada por Franco el mismo día que el hospital, ese 16 de septiembre de 1955. La planta de Beiramar fue considerada la más moderna y grande de España (7.200 metros cuadrados) y se le añadió Cordelerías Mar como industria auxiliar. Casa Mar, como se le conocía, contaba con muelles propios para descarga de capturas, hielo o víveres. MAR contemplaba todo el proceso de transformación del pescado, desde la captura con su flota, y se convirtió en el primer grupo empresarial pesquero de España, con 14 empresas, 103 barcos, 2.400 empleados y más de mil millones de pesetas de facturación. En 1982  la implantación de la Zona Económica Exclusiva pesquera en 200 millas condenó a la compañía. En 1989 presentaba suspensión de pagos. Luego llegaría la ruina y su demolición: hoy está el Auditorio.

Povisa aguanta en forma y ya lleva tres propietarios.
Povisa se mantiene:  En 1973 se puso en marcha el mayor hospital privado de España, precusor en radiología contra el cáncer, la famosa bomba de cobalto. Lo promovieron un grupo de médicos de Vigo de mucho prestigio -Troncoso, Sas y Mosquera, entre otros- que vieron la oportunidad de lanzar un proyecto de un hospital privado potente en Vigo: fuera de Navarra no había nada parecido, y menos fuera de España. En 1996 pasó al Grupo Remolcanosa, que se mantendría al frente durante más de 20 años, hasta la reciente adquisición por Ribera Salud. Esta compañía destacaba en el acuerdo de compra que se trata todavía del mayor complejo hospitalario de España de titularidad privada, si bien da servicios a la sanidad pública, que es a día de hoy su mayor cliente.

Nova Olmpia cerró, también el Fraga y nunca hubo el auditorio planeado.
Nova Olimpia, desaparecido.  En mayo de 1973,  entre los pliegues de una crisis brutal, el vigués Alejandro Fernández Figueroa, un empresario recriado en Brasil, rompió la noche inaugurando la mayor discoteca bajo techo del país. La llamó Nova Olimpia y su dueño volvía para apostar por su tierra con la experiencia adquirida en sus saneados negocios de Río y Sao Paulo. Hoy sigue residiendo en Brasil donde se instaló de manera definitiva hace casi medio siglo, como cuenta Manuel Orío, que vivió de cerca todo el proceso e incluso algunos de sus capítulos más importantes. Su monumental discoteca, a la que consideró un capricho con el que deseaba homenajear a la ciudad que le vio nacer aunque le costara dinero en lugar de ganarlo, se mantuvo abierta durante 35  años hasta que en 2009 acabó por claudicar y cerrar sus puertas, incapaz de superar la férrea batalla que le propuso Caixa Galicia, dueña para entonces del edificio Fraga que la albergaba. Por el escenario desfilaron las estrellas más rutilantes de su tiempo desde Tom Jones -por el que la empresa pagó el contrato más caro- hasta Manolo Escobar, Rita Pavone, Basilio, Fórmula V, Ángela Carrasco, Pablo Abraira o Cecilia, que perdió la vida precisamente tras ofrecer un concierto en la sala cuando retornaba a Madrid por carretera aquella misma madrugada. Su coche, en el que viajaba en compañía de sus músicos, no pudo evitar la salida de un carro de bueyes que apareció en la oscuridad y por sorpresa desde una vía lateral al paso del municipio de Colinas de Trasmonte. La cantautora y su batería, Carlos Iglesias, fallecieron instantáneamente. El organista, Joe González, resultó herido de gravedad, y el guitarrista Alberto Viciello salió ileso del accidente.
Nova Olimpia tenía que haber sido inaugurada por Nino Bravo pero unos días antes de viajar en Vigo para actuar en sus tablas falleció también en la carretera. En su lugar fue el francés Georgie Dann el encargado de alzar su telón. Cuando la sala cerró, en septiembre de 2009, veinticinco trabajadores perdieron su trabajo. El auditorio que proyectaba Caixa Galicia, cuyo proyecto firmó César Portela, tampoco ha podido llevarse a cabo en sintonía con el desastroso final de la entidad. El antiguo Fraga está hoy clausurado y a la espera de despejar su futuro. También fue protagonista Carlos Mateo, que en 1974 se incorporó a Nova Olimpia como músico residente. "La sala era de lo mejor de España, por su capacidad, nivel técnico y las actuaciones que traía Alejandro. En  Vigo se creía que era una locura y que se iba a arruinar, pero fue un éxito. Venía gente de toda Galicia. En aquel Vigo la verdad es que había pocas diversiones, el cine y la sala de fiestas”, admite. n

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