Cartas al director

Cuando no se hace a tiempo

 Ayer volvía del trabajo a casa y fue imposible no dejar de escuchar la conversación entre una madre y su hija, que iban delante de mi. Ellas sumidas en su discusión ni se percataron que no les podía adelantar y ante tal ignorancia, me dispuse a bajar mi ritmo. 
Pues bien, la hija debería rozar los trece años más o menos y le recriminaba a su madre que no le dejase marchar de casa el próximo viernes hasta el lunes (excusándose en las nuevas medidas de limitación de perímetro). A parte de no tener muchos más argumentos la menor, y pasar rápidamente a las descalificaciones y a las amenazas varias, la madre se limitaba a decirle que no tenía nada más que decir y le preguntó si eso era lo que le enseñaban en la escuela.
Evidentemente, no gocé en decir nada, porque no te puedes meter en medio de una discusión de esas características, pero sí que me resultó muy incómodo y al final me tuve que cambiar de acera. 
¿De verdad una persona con trece años tiene derecho a poder hablar todo lo mal que quiera a una madre? ¿Qué ha tenido que pasar para que no exista un respeto entre ellas? ¿Y una madre tiene que delegar la enseñanza, de valores o respeto al sistema educativo?
Estoy seguro que puede haber muchos motivos y que cada familia es un mundo. Pero lo que sí que está claro es que los límites son para ponerlos de pequeños, el razonar para irlo cultivando y el respeto para transmitirlo. Y si no se hace a tiempo, luego vienen las consecuencias y lamentaciones. No se nace siendo un padre o una madre perfecta, pero cuando uno decide serlo, como mínimo debe invertir en educación y valores durante toda la vida del menor. Al contrario, pasa lo que pasa, que tiramos pelotas fuera y es el equipo educativo de la escuela el que no hace bien su trabajo. ¿De verdad que aún hay gente que cree que todo se enseña en un aula?