Opinión

Creer en la Justicia

Hay que tener fe en la Justicia pero en la española que es la que nos ampara y nos administra a nosotros, pero nadie me exige por lo menos a mí tenerla en la alemana y más después de sus decisiones sobre el señorito Puigdemont y el cisco que nos ha montado su parcialidad y su completo desconocimiento de la realidad de un país en relación con los sujetos que protagonizaron hace unos meses un auténtico golpe de Estado con todos los argumentos y condiciones que lo definen. Ignoro cómo funcionan las reglas de la administración de Justicia internacional, pero la razón me dice que, entre naciones de probada condición democrática integrantes todas ellas además del riguroso club de los comunitarios, debería bastar la petición de uno para que los demás atendieran esa encomienda sin rechistar y devolvieran al prófugo para ser juzgado en su país de origen. Ninguno de ellos, ni Bélgica, no Alemania, ni España, ni siquiera el Reino Unido que ha decidido ausentarse unilateralmente del círculo que compone la UE, va a cometer tropelía alguna ni va a someter a sus presos a condiciones ajenas al derecho e intolerables.
Por eso, la exigencia es creer en la justicia propia, que en la alemana ya creerán, por la cuenta que les tiene, los alemanes. La nuestra es evidentemente imperfecta y, según se averigua en alguno de sus comportamientos, más lenta que el caballo de los malos, pero hace su trabajo. La premiosidad con la que funciona es probablemente su mayor defecto, pero no es ni mejor ni peor que las que rigen en otros territorios similares al nuestro. El nuestro es un sistema de jurisprudencia con ancestros en la vieja Roma y metodología napoleónica, un tanto pétreo y aún esclavo de hábitos demasiado anticuados, pero nos da bien para ir tirando aunque, a veces pasa tanto tiempo hasta que se convierten en firmes sus decisiones que a la gente se le olvidan los procesos y no se acuerda de las cosa cuando se dictan sentencia.
Por ejemplo, pocos salvo los damnificados por aquella estafa piramidal de Fórum Filatélico -que hubiera firmado con todos los pronunciamientos doña Baldomera hija del poeta Larra- se acuerdan ya de esta historia. Esta semana, su presidente y 20 directivos más han sido severamente condenados. De este caso hace ya doce años. 

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