Opinión

"uN COBARDE NADA DEJÓ ESCRITO"

obituario

Últimamente miro a mi alrededor y estoy viendo como, con más celeridad de la que gustaría, si es que gustase en esto de rapidez, se me van, uno tras otro, amigos íntimos. Tengo clara mi fe y mi esperanza y también aquel dicho de que “los muertos nunca mueren de todo, mientras vivan en el corazón de los vivos”. Vine de Lisboa para ir a verle este sábado pero…ya fue imposible verle con vida.
Para mí Emilio Fernández Penín es una de esas personas a imitar y a llevar su ejemplo para siempre en lo más íntimo del corazón. Nació en San Silvestre de Argas, allá por Castro Caldelas, y la fatídica dolencia le ha llevado en Vigo a gozar eternamente.
Cursó conmigo en el Seminario Mayor y siempre alabé en él su inteligencia, la fidelidad a la amistad y, sobre todo, su espíritu de lucha. Lo he puesto de ejemplo en las aulas a mis alumnos miles de veces. Un hombre huérfano en la práctica desde muy niño y que paso a paso, con sólo su esfuerzo, llegó a triunfar, con becas conseguidas a pulso, en económicas en la Universidad Compostelana haciendo cursos en Inglaterra y después. Ras un breve paso por Citroen, abriendo la primera sucursal en Cáceres del Banco Vizcaya, pasando luego a Lugo, La Coruña, Santiago y finalmente a Vigo y siempre en cargos de gran responsabilidad y dirección en las entidades bancarias en las que estuvo.
Su inteligencia y saber estar le granjearon fieles amistades que cultivaba con su inconfundible humor. La vida le deparó a Nieves, su esposa, una mujer encantadora que le dio tres hijos a los que han sabido formar. Me cupo el gran honor de bendecir su matrimonio y luego bautizar a sus tres descendientes que hoy, con su viuda notan su falta, le lloran y siempre le tendrán muy presente.
Él sólo, sin ayuda absolutamente de nadie, se hizo a si mismo y llegó a donde llegó con su gran sentido de lucha sin desfallecer nunca. Le oí muchas de las veces, en jornadas familiares inolvidables, que “De un cobarde nada se ha escrito”. Él fue valiente como pocos afrontando riesgos pero saliendo siempre adelante.
A finales de los sesenta en una delicada operación quirúrgica entabló una gran amistad con mi tía Irene con la que sin duda hoy gozará en el cielo. Se profesaban un gran cariño. Ella le atendió en el sanatorio entonces y él siempre se preocupó por ella y actuando en su funeral.
La cruel enfermedad que le volvió a visitar después de cincuenta años le ha llevado, cambiado de lugar, pero su memoria sigue viva entre cuantos le queríamos y que somos muchos. Va a reposar en su San Silvestre de Argas como quería. Vivió en ciudades pero su corazón y estilo de pueblo nunca lo abandonó cuidando incluso de sus buenos tíos en los últimos momentos de sus vidas.
Descansa en paz Emilio y tanto tu mujer como tus hijos y tu yerno hoy en medio de una profunda tristeza pero siempre con las lágrimas en los ojos y tu recuerdo en el corazón te tendremos siempre vivo.

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