Opinión

Claves del debate

Hace unos días, antes de conocerse que Pedro Sánchez no quiere celebrar un cara a cara con Pablo Casado, expresé mi opinión de que el presidente del Gobierno rechazaría un debate a dos y en cambio sí aceptaría un debate a cinco. Vox incluido Hoy sabemos que a va a ser así. Por dos razones: Sánchez rechaza el debate a dos como cautela, para evitar que en el imaginario de los votantes cuaje la imagen de Pablo Casado como líder de la oposición.
Por el contrario, le conviene un encuentro a cinco -con Abascal dentro- porque le permitirá endosar a Casado y a Rivera la misma etiqueta de extremista que acompaña al líder de Vox. Veremos que nada más llegar al plató le faltará tiempo para situarse en el lado opuesto del espectro político de las "tres derechas" --señaladas como tardo franquistas- presentándose él ,acto seguido, como progresista. La presencia en el plató de un Pablo Iglesias demediado -ha pasado de soñar con el "sorpasso" al PSOE a conformarse con ir de asistente de Sánchez-, favorece esa estrategia y es la clave que explica el porqué los asesores del presidente han optado por el debate a cinco.
Con gran cabreo, por cierto, de quienes desde la TVE entregada a Podemos, creían que Sánchez iba a optar por el debate a cuatro que ellos patrocinaban. Que el episodio político más televisivo que puede deparar la campaña electoral sea rentabilizado por el Grupo Atresmedia es un desplante a quienes dirigen hoy la televisión pública habiéndola llevado, por cierto, a los niveles de audiencia más bajo de su historia. Esa ha sido una de las claves por las que Iván Redondo, el cerebro de la campaña de Pedro Sánchez, ha impuesto su criterio haciendo caso omiso de la opinión de quienes desde la dirección del PSOE patrocinaban otras ideas.
Sánchez va a lo suyo y es hombre práctico. Tal y como fue publicado en su día entregó a Podemos la dirección de los informativos de la televisión pública, pero a la vista de los malos resultados de audiencia toma las decisiones que pueden resultar más favorables a sus intereses. Pablo Iglesias quería el debate a cuatro pero ya no está de pie junto a la oreja de Sánchez, marcando ruta. Ahora, camino de la decadencia, se pasa el día de mitin en mitin regañando a quienes -según apuntan los sondeos- van a dejar de votar a Podemos. Las encuestas apuntan que el pescado podría estar vendido -el PSOE sacaría 10 puntos al segundo- pero los debates son territorio del Diablo y un error, un simple error, anula anteriores aciertos. De ahí que Sánchez haya rechazado el cara a cara con Casado. Tiene malos recuerdos del que tuvo con Mariano Rajoy.

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