Opinión

Clases de besos

Pues sí, dilecta leyente, hay muchas clases de besos y no todos son una demostración de amor carnal o preámbulo del acto sexual. Hoy se ha puesto de moda el beso en las mejillas a título de saludo a las mujeres, aunque, para evitar malos entendidos, lo mejor es tenderles la mano y esperar que sean ellas las que tomen la iniciativa.
Esta forma de saludo, que demuestra la necesidad de los humanos de sentir el contacto físico con sus congéneres, es bastante habitual en todas las latitudes, con una parafernalia más o menos parecida y, como en el caso de los animales, podríamos convenir que es una señal de paz. Que el beso es lo contrario de la violencia, lo proclamaron ya los hippies con su eslogan “Haz el amor, y no la guerra” y “Paz y amor”. 
Hay épocas y momentos en que estamos tan necesitados de afecto que, una simple foto de una pareja dándose un beso, recorre en primera plana los periódicos. Así pasó en agosto de 1.945 en la abarrotada Times Square de Nueva York, cuando recién terminada la guerra, un avispado fotógrafo logró captar la imagen de un marine besando apasionadamente a una enfermera. La instantánea, con el título de “Historia de un beso”, dio la vuelta al mundo.
Dentro de esta tendencia de algunos por hacernos ver el  triunfo del amor en los momentos de mayor violencia, llevó a otro fotógrafo a querer emular a su colega yanqui. En este caso fue en Vancouver, donde en medio de grandes disturbios provocados por los seguidores del equipo de hockey local, tras su derrota, con cargas policiales, gas lacrimógeno,  balas de goma, coches ardiendo, etc., se ve a una pareja juntos tendidos en el suelo en actitud que el fotógrafo, a unos treinta metros de distancia, interpreta como que se estaban besando y así lo trasmite profesionalmente. Luego, resulta que tuvo que disculparse, ya que se comprobó que  no se estaban besando sino que el hombre estaba socorriendo a su novia, que había resultado herida y la protegía con su cuerpo. ¡Inaudito!, como si eso no fuese también un acto de amor, merecedor de tanta o más consideración que el beso.
Pero el beso también se utiliza para otros menesteres que no siempre tienen que ver con el amor, como vienen haciendo ciertos camellos que a través del ósculo trasmiten la droga a sus clientes, generalmente, prostitutas, o el beso de la muerte, también en la boca, entre la gente de la mafia, como siniestra despedida entre ejecutor y víctima.
¿Qué clase de beso le habrán inoculado a Puigdemont, para convertirlo con su flequillo en Jerry Lewis y en su declaración de independencia en Cantinflas?

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