memorial quinocho

Con acecho de la duda en los talones

Denis Suárez, que debutó en Balaídos con la camiseta celeste, conduce el balón ante dos rivales.
photo_camera Denis Suárez, que debutó en Balaídos con la camiseta celeste, conduce el balón ante dos rivales.

Perdió el Memorial Quinocho ante la Lazio (1-2) dejando sensación de que las lesiones han hecho daño y que falta trabajo.

Dicen que los resultados de las pretemporadas no sirven para mucho. Esa máxima sirve para quitarle hierro a las dos derrotas consecutivas con las que el Celta cierra su preparación, ante el Tenerife el pasado martes y ayer, en el Memorial Quinocho, contra la Lazio en Balaídos. Sin embargo y más allá de lo que refleja el marcador, las sensaciones en cuanto al juego han ido de más a menos en la etapa previa al comienzo de la Liga cuando lo normal es que hubiese sido al contrario. 
También se dice que estas alturas del año sirven para probar cosas diferentes de cara a la temporada. Fran Escribá, al menos, ha entendido que es un mes de trabajo para incidir en la idea en la que cree: 1-4-4-2, bloque medio bajo, robar y salir. Ayer modificó la disposición del esquema con un rombo en lugar de una línea en el medio, para acomodar a Denis Suárez a su mejor posición sobre el verde. No funcionó. Beltrán estuvo incómodo en la izquierda y, sobre todo, al Celta le faltaron mecanismos para robar la pelota y para hacer daño al rival una vez la tenían.
Y eso que el inicio del choque, con una buena maniobra de Lauti, que acabó en un disparo fuera de Iago Aspas, pintaba bien. Sin embargo, pronto quedó claro que la Lazio venía a Vigo a practicar fuego real a una semana del inicio de la Serie A. El Celta estaba en idéntica tesitura y en casa. Pero no se notó. El equipo de Simone Inzaghi superó al rombo de Escribá gracias al desempeño de sus carrileros: Lazzari y, sobre todo, un Jony brillante. De un centro del asturiano nació el primer tanto, que Inmobile cabeceó a la red. 
Tocaba bogar contra corriente. Pero los remos célticos no entraban en agua, sino en el granítico bloque romano. Solidez. El oficio italiano se dejó notar también en los balones parados, fantásticamente servidos por Jony. Vavro cabeceó fuera un saque de esquina que olía a segundo tanto visitante. No fue así en esta ocasión. Sí poco más tarde, cuando el reloj marcaba el minuto 25. De nuevo Inmobile y de nuevo en su hábitat natural. El ariete transalpino, esta vez con el pie, remató al vuelo un centro de Lazzari desde el otro costado. La pelota tocó en el palo primero, luego en la mano de un Rubén desorientado y acabó entrando en la red con dramática lentitud.
Este golpe fue más contundente si cabe que el primero. Duro de encajar. El Celta no pudo reaccionar y entró en una fase de partido dominada absolutamente por el conjunto visitante. Solo los chispazos individuales de Denis arrojaban fluidez a la espesura. El de Salceda se mostró deseoso de agradar y de ser importante. Se movió por todo el ancho del campo desde el vértice del rombo en que ayer le probó el técnico levantino. Por momentos, se juntó con Brais en la derecha. De una acción suya en ese costado, el balón llegó a Aspas dentro del área, que maniobró y cedió atrás para el propio Brais. El disparo del mosense fue repelido por la zaga a córner, pero el enfermo daba signos de mejora en sus constantes vitales. 
Más todavía cuando el doctor Suárez se inventó una fantástica conducción por el carril central -su hogar dentro de un terreno de juego- con la que quebró a la hasta el momento inabordable defensa lazial. Denis dobló un pase a la derecha para el centro de Kevin, que fue rechazado y cayó en los pies de Beltrán. El de Seseña no se lo pensó y encontró en el meta Strakhosha un amigo para reivindicar su valía. La cantada revitalizó al Celta y al propio Beltrán, con alargada sombra de saber que su entrenador ha reclamado un "recuperador" para su posición, que ayer tampoco ocupó, desplazado al costado izquierdo en la nueva disposición.
El Celta apretó pero no ahogó. Sin embargo se percibía un cambio de inercia que podía impulsar a ver otro equipo en la segunda mitad. No fue así. El inicio del segundo tiempo fue un aluvión romano. Un mano a mano de Inmobile desbaratado por un Rubén que ya había sacado una buena mano en la primera parte a un disparo lejano. No acabó ahí el arrebato de los hombres de Simone Inzagui. De nuevo un saque de esquina y, una vez más, los poderosos centrales de la Lazio por arriba. Acerbi en esta ocasión. Un testarazo impecable que se estrelló contra el larguero y desató escalofríos que se acentuaron más tarde, cuando Caicedo, que acababa de entrar -y al poco se retiró lesionado-, recortó en una baldosa y estrelló contra el travesaño un latigazo con el interior del pie.
Por parte local, Denis ocupó la izquierda en un dibujo más reconocible, igual que lo es que en este Celta todo el peligro nazca de Iago Aspas. El manantial inagotable de fútbol celeste lo intentó todo, disparo con una buena parada de Strakhosha incluida. Pero no pudo hacer más. Da igual. El fuego real empieza en una semana. Será el momento de salir del mar de la duda y remar hasta la orilla de las certezas.

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