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El Casco Vello, el que siempre entusiasmó al arquitecto

El grabado más antiguo de la Praza da Constitución de José Espinosa de 1848, cuando cambio su nombre de Plaza Pública a Plaza de la Libertad.
photo_camera El grabado más antiguo de la Praza da Constitución de José Espinosa de 1848, cuando cambio su nombre de Plaza Pública a Plaza de la Libertad.

nnn  La introducción de “Vigo amurallado” supone el último mensaje dejado por Jaime Garrido. En él reconoce el atractivo que siempre le despertaba el barrio histórico: “El casco viejo vigués me entusiasmó. Recorrí una y otra vez sus calles, subiendo y bajando cuestas y escaleras; al mismo tiempo buscaba los mejores ángulos e iluminaciones para hacer fotografías de sus calles y de sus edificios”. Como gran conocedor del Casco Vello, Garrido aconseja a vigueses y visitantes “recorrer las callejuelas y plazoletas que están recobrando nueva vida gracias en gran manera al Consorcio del Casco Vello”.
Como lamentablemente vaticinó en la introducción, este fue su último libro y explica que lo motivó el fin de desvelar algo de la historia del viejo Vigo “tema que no había sido tratado en mis varios libros publicados sobre la ciudad con la profundidad con la que lo hago en este”. En casi quinientas páginas, con cientos de imágenes entre fotografías, planos y recreaciones, desvela datos ya conocidos y descubre hechos inéditos o poco difundidos.
Aborda el origen del barrio, después de pasar por el Castro y por la asentamiento romano en torno al litoral, Arenal. Señala dos núcleos iniciales: Santiago de Vigo y Fuente de Vigo (el entorno de rúa das Ostras). Considera que la playa de O Berbés, entre dos acantilados, podía tanto servir de refugio para los pescadores como para el servicio de la iglesia Santa María, con la que se comunicaba por la actual Rúa Real. Descubre además la existencia de los restos de antiguo convento cerca de Tornos (actual Porta do Sol) en 1656 y recupera la memoria de monte Feroso, donde se levantó el castillo de San Sebastián.n

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