una década con estrella

El cálido sol que soñó el doctor Cota

El doctor Juan José García Cota disfrutó en el césped, junto al resto de la selección, del mayor éxito de la historia del fútbol español: el Mundial de 2010,  del que hoy se cumple una década.
photo_camera El doctor Juan José García Cota disfrutó en el césped, junto al resto de la selección, del mayor éxito de la historia del fútbol español: el Mundial de 2010, del que hoy se cumple una década.
Hoy se cumplen diez años del Mundial que España ganó en Sudáfrica, vivido desde dentro por el jefe de los servicios médicos del Celta
El reloj pasaba de las seis de la tarde y un autobús surcaba las carreteras de Johannesburgo hacia el Soccer City. En su interior, ni una palabra. Un silencio que solo rompían los sonidos lejanos que trascendían de los auriculares de sus pasajeros. En uno de ellos, sonaba más emotiva que nunca 'If I can dream' de Elvis Presley. "Si puedo soñar con un sol más cálido, donde la esperanza sigue brillando para todos, dime por qué, no aparecerá ese sol", canta el rey. El doctor Juan José García Cota cerraba los ojos y se dejaba llevar por la voz de su artista favorito hacia la calidez de ese sol en medio de la fría tarde sudafricana. Tan cerca y, a la vez, tan lejos. La Copa del Mundo, con la que tantas veces soñó de niño, estaba a solo 90 minutos -que finalmente fueron 120-. Ya han pasado diez años.
Una década entera separa aquel día de invierno en el hemisferio sur, que para el fútbol español fue primavera. El sol con el que soñaba Elvis Presley, con el que soñaba el doctor Cota, con el que cualquier aficionado soñó alguna vez, rompió a brillar tras un partido durísimo ante Holanda, que se resolvió con un gol de Iniesta en el minuto 116. "Cuando la pelota estaba en los pies de Fàbregas vi a Andrés", recuerda el jefe de los servicios médicos del Celta y doctor de la selección española, que diez años después paladea el momento en el que el manchego oyó el silencio: "¿Sabes cuando te vas levantando a cámara lenta?", revive.
Fue la explosión previa al éxtasis. La última puntada a la estrella de la camiseta roja. El mejor colofón posible al último de los 53 días que el doctor Cota pasó concentrado junto a los 23 futbolistas que hicieron historia. Y que, pese su dimensión, transcurrió igual que todos. "Los días en las concentraciones son todos muy rutinarios", reconocía el facultativo estradense, que no recuerda haber tenido muchos problemas para dormir en la noche previa: "Me dormí soñando con lo que podía pasar".
Ese sueño, presente en todo momento, fluye entre sus recuerdos, como los versos de la canción de Elvis. "Notas que es especial en las conversaciones y en los silencios", desvela. Y esa quietud, esa calma antes de la tempestad, fue la que marcó el camino hacia la estrella dentro del autobús: "Era una reflexión interna de todos. No se oía nada". Salvo, en su caso, la voz del rey en sus auriculares.
"No dejábamos de repetirnos que era el partido de nuestras vidas". Así transcurrían los minutos previos a la final contra Holanda, dentro del vestuario. Algo grande estaba a punto de suceder. Y eso que los naranjas pusieron todo para impedirlo. Incluso más allá del reglamento. "En el banquillo vivíamos con tensión la injusticia", recuerda el doctor Cota con respecto a las constantes patadas -el pecho de Xabi Alonso lo sabe bien-. "Iniesta recibió mucho", añade.
El partido siguió el mismo patrón que todos en aquel Mundial, Posesión abrumadora de España, con circulaciones largas que buscaban encontrar fisuras en las rocosas defensas rivales. Los minutos pasaban y el gol no llegaba. Holanda tuvo dos de Robben, en sendos mano a mano que Casillas desbarató. "Son segundos en los que ves pasar muchas cosas por delante", recuerda el doctor.
Así, hasta que finalmente, todo se decidió en la prórroga con el gol de Iniesta y con los tres recambios de Del Bosque en aquella final participando en él. Navas inició, Torres centró y Fàbregas cazó el rechace que acabó convirtiéndose en la asistencia más importante del fútbol español. "¡Dásela a Andrés!", gritó el Doctor Cota desde el banquillo. Y así lo hizo. El resto es historia.
Poco después de aquel estallido de júbilo, Torres se rompió. El delantero madrileño había llegado muy justo a la cita y pasó semanas en Vigo recuperándose junto al médico celeste. Un amigo. En el vestuario, ya casi con el pitido final, ambos volvieron a encontrarse a solas. "Le repetía compulsivamente que se olvidase de la lesión: ¡Eres campeón del mundo!". Ambos lo eran. Y, como tal, caminaron juntos por el enorme túnel del Soccer City hasta ese césped transformado en cielo. Acababa de nacer una estrella. "Cómo lo celebramos", suspira.
Conseguido. España era campeona del mundo. El doctor Cota era campeón del mundo. Diez años después, el orgullo permanece intacto. Mayor, incluso. El tiempo siempre da perspectiva y las siguientes citas mundialistas confirmaron lo mismo que las anteriores a 2010: esa estrella es dificilísima de bordar en la camiseta.  "Para los que lo hemos vivido en el sofá de casa con lágrimas de rabia por no conseguirlo, poder tener lágrimas de alegría por lograrlo tiene mucho valor", destaca.
Y esa emoción es la que vuelve a brotar de la voz del doctor Cota diez años después. "Lo primero que pensé es que pesaba más de lo que yo creía", bromea al pensar en cuando acunó en sus brazos a la copa más bonita del mundo. "Di gracias a Dios por la suerte que tenía de estar allí", reconoce el facultativo céltico, que insiste en que no es protagonista del éxito, pero sí puede decir que estuvo allí. Y tanto que sí. Porque Elvis ya se lo susurró al oído en aquel autobús. "Mientras pueda soñar, deja que mi sueño se haga realidad". Y aquella fría noche de invierno sudafricano, el sol calentó más que nunca. 

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