Resulta sorprendente que el seleccionador nacional, Luis Enrique Martínez, no haya incluido a Iago Aspas en su primera convocatoria de la temporada. El moañés ha empezado el curso en plena forma y ayer volvió a dar una auténtica exhibición de sus virtudes en todas las zonas del campo. Sólo le faltó el gol, aunque tampoco fue el atacante que dispuso de las mejores ocasiones.
Aspas apareció de nuevo por el centro del campo para iniciar jugadas de ataque, se ofreció entre líneas para abrir la rocosa defensa del Atlético de Madrid, dio pases que pudieron haber acabado en gol, hizo controles que sólo un maestro como él puede realizar dentro del área y también se desesperó. Porque cuando se da tanto y se obtiene tan poco, aparece la frustración, pero hasta ese tramo final en el que acabó siendo amonestado por protestar, Aspas fue una pesadilla para el equipo de Simeone. En el minuto 14, Nolito lo buscó para sacar rápido una falta y el moañés se plantó ante Oblak, que repelió su disparo. En el 25, bajó un balón del cielo dentro del área y cedió a Olaza, que envió un centro atrás que terminó con el disparo de Carreira al poste. Y en el 70, el celtismo contuvo la respiración cuando Felipe le pisó el tobillo. Por suerte, pudo seguir. Porque es imprescindible.
Aspas apareció de nuevo por el centro del campo para iniciar jugadas de ataque, se ofreció entre líneas para abrir la rocosa defensa del Atlético de Madrid, dio pases que pudieron haber acabado en gol, hizo controles que sólo un maestro como él puede realizar dentro del área y también se desesperó. Porque cuando se da tanto y se obtiene tan poco, aparece la frustración, pero hasta ese tramo final en el que acabó siendo amonestado por protestar, Aspas fue una pesadilla para el equipo de Simeone. En el minuto 14, Nolito lo buscó para sacar rápido una falta y el moañés se plantó ante Oblak, que repelió su disparo. En el 25, bajó un balón del cielo dentro del área y cedió a Olaza, que envió un centro atrás que terminó con el disparo de Carreira al poste. Y en el 70, el celtismo contuvo la respiración cuando Felipe le pisó el tobillo. Por suerte, pudo seguir. Porque es imprescindible.
