Opinión

Buscando la felicidad

Este mundo tan ajetreado lo único que necesita es un remanso de reflexión, paz y felicidad para reponer fuerzas y gozar de tantas cosas que, con el ajetreo de la vida, se nos hace difícil de conseguir. Este tiempo de Navidad que se avecina puede y debiera contribuir a ello: a la paz interior y a la social igualmente. La vida nunca deja de sorprender, de dar giros inesperados, a veces favorables, otras más o menos. Gente que viene, gente que se va, gente que se mantiene. Gente que falla, gente que asombra, gente que engancha. El tiempo pasa por todos, niños, jóvenes, adultos, y va marcando la vida de forma que cada arruga, cada cicatriz, tendrá una historia detrás. Lágrimas, risas y sonrisas compartidas. Bienvenidas. Despedidas. Reencuentros. "Adiós" que son "hasta pronto", o a veces "hasta nunca". Cambios, mejoras, todo esto y más sucede en estos días. 
Debemos aprovechar cada oportunidad que se nos presenta. Cáete las veces que sea necesario y levántate el doble de veces. Sin miedo a arrepentirte de lo malo porque queda prohibido arrepentirse de algo que en su momento te hizo ser feliz. El tiempo es para esto y mucho más, buscando paz, sosiego y valorado las cosas en su justo medio. El tiempo es para ver y contemplar, observar y programar. Y para ello, como repiten hasta la saciedad los portugueses: "Sempre á frente". A nada conduce el mirar a atrás, aferrarse tozudamente a lo viejo o estancarse en el "far niente" italiano. Lo que tenga que venir, vendrá, y en ello está la lucha. Muchas vivencias podemos afrontar estos días navideños. 
Nunca olvido la visión en otoño que desde la Cabanelas del buen vino tinto se nos ofrece del valle del Avia, del Ribeiro inigualable con sus caldos, su irrenunciable forma de ser tan propia y sus reliquias de uno de los pueblos con más raigambre judía. ¡Cómo se echa de menos al tan querido Alonso y las deliciosas crónicas ribadavienses que engrandecían estas páginas con sus vivencias navideñas!
Tengo mis dudas sobre lo positivo que puedan ser algunas llamadas vacaciones cuando en realidad se convierten en un agobio constante, un ir y venir sin rumbo y un derroche permanente. En suma esa forma de vivir nunca conduce a un verdadero descanso y reposo que restaure nuestras vidas y nuestros cuerpos de nuestro devenir laboral. ¿Disfrutar? le decía yo a uno. Es una de las cosas más difíciles de esta vida porque muchos con su pretendido disfrute a lo único que llegan es a un agotador cansancio del que salen embotados, sin fuerzas y obnubilados ante el bien que podemos acoger y le dejamos huir corriendo.
Ya la Biblia lo recoge en el capitulo 3 del Eclesiastés: “Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo: Tiempo de nacer, y tiempo de morir. Tiempo de plantar, y tiempo de arrancar. Tiempo de matar, y tiempo de curar. Tiempo de derribar, y tiempo de edificar. Tiempo de llorar, y tiempo de reír. Tiempo de lamentarse, y tiempo de bailar. Tiempo de lanzar piedras, y tiempo de recogerlas. Tiempo de abrazar, y tiempo de rechazar. Tiempo de buscar, y tiempo de dar por perdido. Tiempo de guardar, y tiempo de desechar. Tiempo de rasgar, y tiempo de coser. Tiempo de callar, y tiempo de hablar. Tiempo de amar, y tiempo de odiar. Tiempo de guerra, y tiempo de paz. ¿Qué saca el trabajador de aquello en que se afana? He visto la tarea que Dios ha dado a sus hijos todo lo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones, sin embargo el hombre no descubre la obra que Dios ha hecho”. 
La Navidad es un buen momento para la paz, el amor y el encuentro. ¡Felices fiestas!

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