Opinión

En busca de la nueva normalidad

Los informativos han expuesto en las presentaciones de sus espacios las graves dificultades atravesadas por el presidente Pedro Sánchez en la semana que concluye. Todas las aperturas destacaban este momento duro del presidente, que prefirió atrincherarse en sus dominios tras la arriesgada maniobra parlamentaria que concluyó con un pacto prácticamente personal con Bildu a las tantas de la mañana, con la reforma laboral como moneda de cambio. La resolución de este acuerdo es tan ambigua y contradictoria como lo ha sido casi todo en este gobierno, que todavía no ha resuelto si es bueno ponerse guantes, ni qué tipo de mascarilla es aconsejable usar y en qué momentos. La ministra portavoz acrecienta estas dudas cada vez que sale a recitar su información.

Como la situación se está poniendo caliente y las recetas de la Moncloa en materia estratégica han surtido un efecto relativo –se ordenó criminalizar al PP por no votar a favor de la prolongación de la prórroga y culparlo de las muertes- ha sido necesaria una nueva comparecencia del presidente y el uso y abuso de una batería de resoluciones muy potentes para equilibrar la pugna, porque la confianza se está yendo de las manos y el depósito de esta materia está ya en la reserva.

Finalmente, el laboratorio de ideas ha apostado por el fútbol para tratar de frenar los desastres del acuerdo con Bildu que ha hecho estragos en la gente, en el pacto y en el propio gobierno. Hace pocos años, parecía pecaminoso echar mano del pan y circo para tapar agujeros, pero esos matices de dignidad ya no cuentan y el márquetin político lo tolera todo. Pedro Sánchez ha anunciado que el día 12 de junio se reanuda el campeonato pase lo que pase y en las condiciones que sean, porque con la vuelta del fútbol se acaban las interminables tardes vacías de emociones que pueden dedicarse íntegras al pensamiento. Da igual que otros deportes padezcan ciertos tratamientos desfavorables que no puede explicarse dignamente, da igual que cada balón que se dispute es un riesgo, y da igual que el fútbol sin espectadores es más triste que bailar con tu hermana como dijo Luis Enrique.

Como complemento, la apertura del país al turismo extranjero por decreto. Otra cosa es que los operadores exteriores quieran traer de vacaciones a España a sus clientes, pero eso no se le ha ocurrido a Sánchez o no lo ha especificado en su comparecencia. Fútbol sí y turismo, también. Estamos inmersos en la nueva normalidad. Ya queda menos.

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