CELTA

Animales de buenas costumbres

El autobús del Celta volvió a recorrer los últimos metros de su camino entre humo, colorido y una animación atronadora de su afición.
photo_camera El autobús del Celta volvió a recorrer los últimos metros de su camino entre humo, colorido y una animación atronadora de su afición.

La afición volvió a recibir por todo lo alto al autobús del Celta y, como en los dos últimos partidos, la receta funcionó

Hay una máxima en fútbol que dice que lo que funciona no se debe tocar. Normalmente se aplica a las alineaciones de un equipo cuando gana, pero el futbolista, generalmente supersticioso, lo hace, además, con vestimentas, rituales e incluso cortes de pelo. Ayer quedó claro que la afición del Celta también se ha sumado a la vida ordenada. Animales de costumbres. Para muchos pueden ser vidas monótonas, sin pimienta, sin sorpresa. Pero cuando sabes que hacer algo te va llevar a ganar el apartamento en Torremolinos, ¿quién quiere el paquete sorpresa?


Y de nuevo, como ante Villarreal y Real Sociedad, el celtismo dio el primer paso hacia el premio gordo del concurso. Hacia el escaparate. El club colaboró repitiendo también el regalo de una invitación por socio para cuajar una mañana de sábado con un planning bien definido -recibimiento fuera, empuje dentro y victoria- pero igualmente emocionante.
Así, desde tres horas antes del partido, se dejó notar el ambiente en los alrededores del municipal vigués. La chocolatada con churros que preparó el club para los más madrugadores ayudó y provocó unas considerables colas. No con frío, precisamente, porque el sol atizó fuerte desde primera hora. A pesar de ello -y seguramente porque lo gratis siempre entra bien- mil aficionados agotaron las existencias antes del momento culminante de la previa.
Un clímax que llegó a las 11:25, cuando el autobús del Celta dobló a la derecha en el final de la Calle Fragoso para enfilar la explanada de Marcador en medio de una humareda densa y colorida, que hacía tan difícil vislumbrar el vehículo como respirar con normalidad. "¡Celta, Celta!". El picor de la garganta no importaba nada. Solo dar el primer empujón hacia la tercera victoria consecutiva en casa.
Fue solo el primer chispazo. Poco a poco, la expedición céltica se metió en un bosque de bengalas, bufandas y banderas, que sonaba a golpes en el autobús, olía a humo y sabía a celtismo. "Ver algo así te llega y mucho. Sales al partido con un ánimo diferente". Así lo explicaba Cabral en zona mixta tras la victoria, tan agónica como las dos anteriores, pero esta vez con una base de buen juego que, además de los puntos, eleva el optimismo de cara a la salvación y certifica a Balaídos como ese fortín tan necesario. Quedan dos duelos más en casa: Barcelona y Rayo. Y como lo que funciona no hay que tocarlo, es de esperar que se vuelva a repetir el primer paso de la afición.

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