Opinión

Amigos de la infancia

Me para mi buen amigo Castellón, -de tiempos del bachillerato, en Pontevedra-, quien además de ponerse muy gracioso y nostálgico porque hacía muchos años que no nos veíamos y después de hacerme una rápida y simpatiquísima información parental -su agradable familia de esposa maestra, como el marido, -paseo rememorativo de aquellos infantiles y muchacheros de estudios en los alrededores del Instituto pontevedrés, tan arregladito siempre porque según él las cosas nuestras y el cotejo del ayer, como el joyero de anécdotas del pasado nos rejuvenecen contando hechos de uno y otro sentados en una gratísima cafetería en la que derramamos, sin lágrimas ni arruguitas en el cuore del pasado, pequeña nostalgia, como es natural y lógico.

Es verdad, además, porque él, de jovencito era muy agradable en todas sus ocupaciones y entre ellas estaba el ocio bien utilizado.

(Así es mi buen amigo y colega don Manuel Castejón (Castellón para los muy amigos). Tuvimos, -claro, si- un bastante largo de tiempo variando de aquí y de allá, con nostalgia y ¡con morriña, claro! Llevábamos bastante tiempo sin vernos). Tres o cuatro lustros tirando por bajo.

Recuerdo con cierta gracia aquellas aventuras en el instituto, 'copando' horas de clase y justificando las faltas como mejor podíamos...

Nos daba una gripecita, de cuando en cuando; catarros a menudo, más; muerte de un pariente allá en la aldea ¡de quién fuese!... Y llegamos, -no diréis que no era original-; intentamos vender baratijas a unos céntimos; -una plantación-, algunas de las fórmulas útiles para lo que fueran, etc.

La que más recuerdo fue la del estreñimiento. Lea, Prego: a Castejón le gustará...

Eran recetas naturales... Algunas fuimos, ayer, capaces de recordarlas. Oigan, o mejor, lean; beban todas las mañanas un gran vaso de agua mineral en ayunas, con un poco de sal. (El agua decíamos que era de Monteporreiro).

Otra: Zumo de limón, en ayunas, con una cucharadita de miel. Otra más: comed ciruelas e higos secas (o secos). Y ya espero que mi amigo Castejón esté contento. Se lo merece. Además porque era un pontevedrés de nacimiento pero que quería mucho a Vigo, ¿verdad, Castellóon? Como yo a Pontevedra... Allí tuve que ir, para bien, a estudiar el bachillerato.

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