Opinión

A la caza del gazapo

Últimamente, y convencido de que hay vida detrás de la situación política, de que uno puede disfrutar de las cosas pequeñas incluso a pesar de los independentistas catalanes que, además de comportarse como si su causa fuera la única cuestión en el universo digna de trascendencia son una auténtica e insufrible cataplasma sin alivio, me he dedicado a echar un ojo a ciertos concursos de televisión. Y horrorizado contemplo que en muchos de ellos se cometen ciertos errores en el planteamiento de las preguntas que somos capaces de detectar incluso sujetos de natural indocumentado como yo mismo, un tío cuya cultura le da malamente para hacer crucigramas.
Es verdad que el equipo de guionistas que trabaja confeccionando preguntas para los referidos espacios debe rendir a tope y admiro yo profundamente su imaginación y talento para surtir de material diario a los presentadores para que el concurso llegue a buen puerto. Pero sospecho que precisamente por los niveles de exigencia a los que están obligados, están bajando la guardia en los controles y se mete la pata más de lo que sería deseable. Hace relativamente poco, se cometieron en un famoso y veterano concurso de la segunda cadena tales pifias en tropel sobre la jugosa historia de Baldomera Larra y su famosa estafa piramidal, -la hija pequeña de Mariano José de Larra fue pionera en España del sistema de préstamos encadenados que propone una banca cuya solvencia  se basa en el anterior al estilo de Bernard Madoff- que me pregunté yo si aquellos desatinos que yo suponía no eran tales y  sería yo el confundido. Afortunadamente comprobé más tarde y con documentación en la mano, que los equivocados eran ello. En este mismo espacio –que suele ser intachable y está elaborado y conducido por gente estupenda- se había caído en otro error grave unas semanas antes. Y esas cosas, antes o pasaban. Cambié de canal y volví a asistir a otra pregunta errónea sobre el penalti corner del jockey sobre hierba y he llegado a la conclusión de que los guionistas no dan para más.
No es mi intención leerle la cartilla a nadie y quizá este alegato lo sea simplemente por reivindicarme. Cuando cazo un gazapo en un concurso, ni mi familia ni mis amigos me creen una palabra y siempre consideran que el confundido soy yo. Pero no es así. Por otra parte, los concursos me han permitido distanciarme del problema catalán.   Que lo lidie Sánchez que para eso ha querido ser presidente.
 

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