Cartas al director

La situación actual

 La sociedad española está siendo “víctima” de una campaña de “turbulencias políticas” cuyos posibles resultados, empiezan a ser muy preocupantes. Llevamos muchos años sufriendo las tropelías que, por intereses políticos, han traído a más de diez millones de españoles a la pobreza más humillante, y nos induce a recordar los peores años de la dictadura del siglo pasado. Aquel itinerario, triste y deprimente, que muchos hemos transitado (total o parcialmente) vuelve a estar presente, en un estado de derecho -“atacado”- que, poco a poco, se va hundiendo en los lodos de su propia democracia. En la sociedad española abunda la generosidad, talante de nobleza, y muchas virtudes humanas. Por eso, nadie entiende tanta falsedad política contra las clases sociales más desprotegidas. Los políticos distraen la atención social, utilizando la logomaquia, para desatender las necesidades más acuciantes de los ciudadanos. La pobreza y la mano de obra llevan muchos años soportando injusticias, daño que hacen los gobernantes sin dar soluciones equitativas, pero ellos nunca se dan por aludidos. 
Honestidad, coherencia, dedicación, equidad, decencia, respeto, trasparencia y mucha cordura; son asignaturas pendientes, que deberían ser obligatorias (vicios políticos lo impiden) para acceder a cualquier puesto de mando de la administración pública. Los postulados políticos viven muy distantes de la ética de convivencia social. A los partidos solo le interesa llenar sus cajas con el dinero que aportamos todos los españoles. 
España es muy rica en recursos económicos y, sobrepasada en sueldos políticos, “paraíso fiscal” para los partidos gobernantes. Los integrantes del Gobierno de España, cuando estaban en la oposición, clamaban decencia, honradez y trasparencia a sus antecesores. ¡Claro que tenían razón! Pero, no es lo mismo ver los “toros desde la grada, que lidiar con ellos en el ruedo”. Ahora, como son ellos los que ostentan la “presidencia de la plaza”, la decencia y la honradez no se miden por el mismo rasero, los cristales se pintan de colores oscuros, y las ventanas solo se abren cuando el “corral esta libre”. 
Que los candidatos nominados en cada partido sean votados en sufragio universal, para representar al pueblo, no es un mérito que justifique la lealtad democrática de los elegidos. Cuando consiguen el poder, “mudan de pelaje”, imponen su democracia y nos hacen recordar los episodios más indecentes de la tiranía y el fascismo. Hay muchas evidencias de que la democracia, mal gestionada por los políticos, brota abuso de poder por todos los poros de su piel. 
Coronavirus: más personal de enfermería, sí. Tanta truhanería y descaro político, no.