Cartas al director

Llegó la censura

 Era cierto que Pedro Sánchez tenía mucha envidia de Franco y sus actos se dirigen en esa dirección del totalitarismo, pero comparados con los del Caudillo, están corregidos y aumentados. Para nuestra desgracia, el toque de radicalismo de ultraizquierda nos perjudica a todos. Nuestro porvenir es mucho más negro que con aquel, que sacó a flote un país destruido tras una guerra civil. Si esta ley contra la libertad de información y la mentira tuviera carácter retroactivo, no se salvaba ni un solo miembro del gobierno del castigo correspondiente.
Ya conocemos los muchos recortes a las libertades que nos impone este Gobierno y que he relatado en otras ocasiones. Ahora viene el más irónico e increíble: el de la libertad de opinión e información. 
Es sarcástico que el Gobierno de la mentira, el que no dice una verdad ni al médico, pretenda hacernos creer que va a velar por la verdad. Claro que, bien  entendida su intención, lo que no soporta es que digamos las verdades; las verdades sobre sus mentiras; las verdades sobre lo que ocurre en nuestro País; las verdades sobre todos y cada uno de los miembros del Gobierno; las verdades sobre el nefasto Presidente que tenemos. Decía Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Hasta dónde llega la perversidad de Sánchez y los suyos que en los 40 años de democracia que llevamos, nunca se había visto obligado el Consejo General del Poder Judicial a recriminar tres veces a un mismo gobierno por sus injerencias en la labor de los tribunales.
Muchos afirmaban que nunca llegaríamos a esto, pero ya ves. Y no exagero  ni un ápice si digo que volveremos a escuchar la emisora “Radio Pirenaica”, si queremos saber la verdad de lo que ocurre; estos sátrapas nos llevan a eso. No soportan que le digamos las evidencias y ese es el objetivo de esta ley de censura, no evitar que digamos mentiras, sino evitar que digamos verdades. “Si algo significa la libertad es el derecho a decirle a la gente lo que no quiere oír”, decía George Orwell. Cómo van a querer que digamos las verdades del gobierno, si esas se refieren todas a sus mentiras.