Cartas al director

Las cloacas

Es terrible que, después de más de 40 años de convivencia pacífica y de progreso, lleguen ahora unos niñatos ávidos de mentiras, demagogia y populismo, diciendo que ellos son los progresistas, y tirar por tierra todo lo conseguido en ese tiempo. Para no verlo así hay que ser un borrego o estar ciego.
Las cloacas del Estado se hacen visibles con la claridad que ahora percibimos, y con el hedor que desprenden, desde que Podemos forma parte de las Instituciones y, últimamente, con su presencia en el mismo Gobierno de la Nación. Veíamos en muchos ayuntamientos, concejales miembros de ese partido que habían sido reos de los más diversos delitos y no producían escozor ni escándalo en la sociedad; esos eran cloacas malolientes. Veíamos a algunos dirigentes apropiarse de medios televisivos, con subvenciones exteriores, para difundir sus populistas patrañas con la que arrastrar a los borregos; esos eran cloacas fétidas. Veíamos que recibían ayudas de regímenes totalitarios para crear delegaciones de los mismos en nuestro País, como paso para introducirse en Europa; esos eran cloacas nauseabundas. Veíamos los tics machistas, ideología radical, deseo de acabar con nuestra paz y convivencia y particular pretensión de ruptura de España, por parte de Pablo Iglesias; eso es cloaca apestosa.
Todos estos signos tan reveladores eran de dominio público y Pedro Sánchez se abrazó a esa carroña al día siguiente de las elecciones, dando muestra de compartirlos, aceptarlos y sumarse a las pestilentes cloacas que le ofrecían.