Cartas al director

Las necesarias reformas

Desde finales de la década de los años ochenta hasta la actualidad, el progreso social no ha avanzado de acuerdo con las proyectos elaborados. Para algunos observadores se ha estancado. Las desigualdades sociales y económicas se han profundizado en las diversas democracias capitalistas. El empleo se ha precarizado y los salarios se han estancado, cuando no reducido. En algún momento se habló de la refundación del capitalismo. La propuesta en este caso no venía de posiciones marxistas. Vivimos en una sociedad en constante movimiento. Ello obliga a vivir en reformas permanentes.
Para evitar que los próximos años sean peores que los actuales, es necesario poner en marcha reformas estructurales. Se necesita un amplio consenso que atraiga en primer lugar en la sociedad la voluntad de cambio y, seguidamente, la cultura del pacto. Sin estas dos condiciones no será posible avanzar en la dirección deseada de progreso.
La población es mayoritariamente de edad avanzada. La juventud está cogida en problemas de corto alcance, sin que sea posible por las mismas condiciones sociales que se embarque en proyectos de profundidad y de largo alcance. El mismo sistema obliga a vivir al día.
El bipartidismo que ha predominado durante más de tres décadas tiene ante sí una prueba decisiva, que exigirá unas posturas más pactistas para fomentar el colaboracionismo a todos los niveles. Hemos de superar la cultura del enfrentamiento permanente y abandonar la esterilidad social en la que estamos sumidos.
Sin voluntad de pacto el cambio es más un deseo que una realidad. El cambio ha de ser algo gradual. Es más fácil controlar un cambio que no enfrentarse a un conjunto de cambios. Todos tenemos un nivel de resistencia al estrés del cambio que conviene conocer y respetar. A veces nos detenemos y aferramos a falsas excusas que impiden o retardan el cambio. Justificarse con creencias autolimitadoras sólo genera conflictos y crisis. Es necesario observarse y detectar las trampas mentales que cierran la posibilidad al cambio al bloquear lo novedoso, lo creativo, lo diferente.
Las tensiones que acompañan los necesarios cambios pueden hacernos creer que estos son complicadores y que debemos detenernos o retroceder. Los cambios, cuando se realizan para satisfacer las necesidades reales, contribuyen siempre al progreso.