Cartas al director

Un amigo

Mi amigo y vecino, el más viejo de la parroquia, sigue manteniendo el tipo en la élite popular aldeana, quien le tiene y considera como uno de sus iconos. Aún le quedan muchas tardes de protagonista, y él lo sabe. De sobra. Pero no presume de ello. 
Amplio conocedor de ignorantes summa cum laude de varias orlas distintas y otras tantas parroquias, este mi amigo, a menudo se identifica con eses cachivaches de mayor o menor valor que todos tenemos en nuestras casas de utilidad incierta y que muy a menudo nadie sabe en donde colocar, pero que queda bien esté donde esté colocado. Lo echamos de menos cuando no está y otras no nos queda más remedio que aguantarlo. Así es él. Aunque pesado en la romana siempre nos queda lo más agradable y entrañable. A mí, este viejo, es el clásico amigo que cuando le ataca el afán de vendedor de mercadillo me devuelve la alegría, me cambia el espíritu, devolviéndome la ilusión y las ganas de vivir, son esos momentos en que uno se considera eterno.
Llevo unos días en el hospital atendiendo como acompañante a un familiar, y ayer mismo, tuvo el aquel de venir no a ver a la doliente, -recién operada- sino a mí, su amigo, pues sabe de la fobia de aquella por las visitas oficiales y oficiosas. Solo entró, la saludo y le dijo que venía a ver a otro vecino, un su cuñado,  al que le habían cortado toda una pierna. Allí, delante del recién cojo, un médico que estaba comprobando los datos de otra cama nos llamó la atención por no retener las carcajadas, incluida la del operado, contándole lo que un médico le dijo a un paciente al que habían dejado sin una pierna, que tenía dos noticias, una buena y otra mala. Cual quería escuchar primero. La mala. Y era que se habían equivocada de pierna, y que la otra, la buena, es que la enferma tenía cura.
Esa tarde, dos frases que me soltó, me dieron que pensar; que casi todos los médicos tienen sus enfermedades favoritas y que no había derecho a que los encamados no tuviesen televisión gratis cuando hasta incluso los presidiarios disfrutaban de ella.