Cartas al director

Coronavirus y salud mental

 Leyendo el “Decamerón”: en Florencia, ante la peste, unos se confinaron y otros no. En 1994, en un ensayo de Peter Sloterdijk titulado “En el mismo barco”, se habla de lecciones que hay que extraer de la mayor catástrofe natural del siglo XVI, la peste negra, y se refiere a Boccacio como el poeta que ha hecho inolvidable para los europeos el teorema de la supervivencia en pequeñas comunidades en medio del desastre de lo grande.
En el confinamiento hay preocupación, incertidumbre y ansiedad. Lo que más ha incrementado es el miedo y la depresión. Niveles más altos de estrés, ira o adicciones no son solo consecuencia esperable de la pandemia del covid-19, de los confinamientos prolongados y de la preocupación ecónimica sino que podrían ser un factor que conspira contra el sostenimiento del distanciamiento social y otras medidas de salud pública, necesarias para evitar un desborde de los casos.
La salud mental deficiente tiene efectos negativos en el distanciamiento social. Quienes atraviesan un estado de angustia, estrés o preocupación excesiva por otros motivos podían poner en segundo plano las medidas de cuidado que deseamos tener. Los consumidores de alcohol y drogas pueden tener una mala apreciación de los riesgos y actuar imprudentemente. Hay un aumento de padecimientos psíquicos derivados de la pandemia, el miedo al contagio, la incertidumbre, la caída de la actividad económica. Estamos encontrando que el distanciamiento social precede a los trastornos de salud mental. En algunos casos se está llegando a fases de extenuación y esto favorece a una falta del control inhibitorio, con tendencia a cuidarse menos. Hay que prestar atención tanto a la circulación del virus como al equilibrio psíquico y emocional.
Para preservar la salud mental, hay que reducir la exposición a tanta noticia, hacer ejercicio, leer un libro, hablar con amigos y familiares (vía internet o teléfono), distraerse y en el trabajo hacer pausas. Hay que promover la responsabilidad social, priorizar al prójimo sobre uno mismo y guardar distanciamiento. La población no es homogénea en los riesgos; si no cuentas que hay peligro no vas a reaccionar, si bien a veces esto puede jugar en contra y crear pánico, aunque un cierto nivel de preocupación es necesario. Es un equilibrio que a veces es difícil de alcanzar.
Una incertidumbre como esta, trastoca y destruye el sentido de futuro. Y cada uno debe evaluar, a partir de unas realidades personales y psicológicas, que muchas veces son automáticas o implícitas, cómo debe enfrentarse a esta realidad con la que tendremos que convivir mucho tiempo, teniendo en cuenta que las personas que perciben mayor riesgo asumen mejor los cambios de vida.