Cartas al director

Arenga

España, nuestra nación, nuestra patria, sus gobernantes y sus ciudadanos, debemos cambiar el rumbo inmediatamente. 
Sobre nuestro cielo, desde el aparente bienestar en que parece estamos sumidos, campean nubes de un huracán que tiene un nombre: confrontación civil. La historia se va escribiendo sin que nadie parezca que quiera cambiar el destino de la misma. ¿Será el nuestro, volver a una hostilidad civil? Algunos quieren volver a escribir ríos de tinta sobre nuestro pasado reciente, tras no ha mucho tiempo, haber vertido aguas ensangrentadas en nuestras calles, plazas y campos.
¿Somos nosotros los mismos ciudadanos, nuestros políticos o algún otro de los poderes, los que estamos escribiendo de nuevo esa historia?
¿Qué nos pasa, españoles, que no reaccionamos ante los acontecimientos que estamos viviendo? 
Algunos pretenden desmantelar lo que nuestros padres o abuelos lograron tras un cruento enfrentamiento. Algunos, quieren desmantelar España, tras una dictadura, donde nuestros políticos de entonces supieron saludarse, olvidar y rehacer el pasado para construir una España mejor. ¿Acaso nos hemos vuelto ciegos y sordos ante los sucesos políticos, sociales y económicos que nos envuelven? ¿Es que no caemos en la cuenta de que a unos pocos, solo a unos pocos, les da igual lo que pueda suceder al resto de ciudadanos? ¡Españoles!, a pesar de que quieran separarnos por las lenguas, a pesar de que algunos quieran separarnos porque solo buscan el poder por el poder, ¡despertad!; ¿qué España queremos dejar para nuestros hijos, para nuestros nietos?, ¿unas regiones aisladas de Europa y del mundo, ese, que para bien o para mal le hemos llamado globalizado? ¿Unas comunidades reticentes de las otras viendo solo y exclusivamente por sus intereses?, o tal vez ¿una España que ya no sea?
Algunos pretenden eso, pero la mayoría de españoles nos sentimos orgullosos y a gusto en la España solidaria, fuerte, con sus grandes posibilidades y recursos. Unos españoles unidos por el castellano, y por sus otras lenguas, sin imposiciones ni obligaciones. Una España donde nos sintamos orgullosos de tener y visitar a cada una de las regiones, o comunidades autónomas sin recelos, donde todos podamos sentirnos españoles iguales y no extranjeros en nuestra propia tierra.
¡Despertad del letargo! No os dejéis influir por la palabrería, guiaros por vuestro sentido común, por vuestras tradiciones, por la riqueza cultural que aporta cada pedazo de tierra española y por vuestros sentimientos de patriotas que algunos desean quitaros.
Nadie es facha por tener una bandera española, o por sentirse español, ni nadie debe serlo por tener una bandera de cada comunidad, ambas siempre han de ir unidas. Que no os confundan con el lenguaje. Las palabras mal empleadas, también están cargadas por el diablo, al igual que las armas.
¡Españoles!, no soy político. Aunque haya que corregir muchas cosas, o hayan pasado otras que han propiciado que nos encontremos en esta situación, me siento orgulloso de mi país, España, me siento orgulloso de ser gallego. Pero es la hora de reaccionar, ante todas ellas. No puede la generación nueva de políticos o politiquillos, cambiar nuestra historia reciente, la mejor sin duda que hemos pasado, a juzgar por lo escrito y vivido sobre nuestra nación que no es poco. Concedámonos una oportunidad más para recapacitar y cambiar el sombrío destino que cierne sobre nosotros, los españoles.
¡Hablen los viejos políticos de un signo u otro! Dejen su cobardía o su vinculación política a un lado!
Sus voces tienen que ser escuchadas y serán bálsamo para los de nueva ola.
Esta carta, Arenga, y porque nos soy facha, solo puede acabar con un ¡viva España!