Cartas al director

El camino al abismo lo marca la indiferencia política

 A ello pretenden llevarnos quienes ya tienen conspirando más de cuarenta años, en contra de nuestra democracia y fingiendo que ellos son demócratas.
Sin tregua ni pausa, pretenden llevarnos a que avalemos sus tropelías, engaños e indiferencia, quieren acabar con este desarrollo económico, social y político que alcanzamos hace cuarenta años y asombró al mundo. Pero nos faltó algo muy esencial, la explicación clara y sin matices a nuestros hijos del cómo fue posible alcanzarlo con la ayuda de nuestro trabajo y sacrificios, que hicieron posible la materialización de aquella transición modélica y democrática del 78. Así crecieron las nuevas generaciones, huérfanas de historia patria y sin responsabilidades cívicas, adosadas de un alejamiento programado en su educación de la propia familia, todo ello redunda hoy en la indiferencia de los mismos, hacia el destino incierto de su patria, incluyendo su himno y bandera  Estos ya solo se escuchan o airean el día que juega nuestra selección, o aparece algún espontáneo celebrando algún éxito deportivo. Tal vez nos alarme hoy la utilización desproporcionada de la misma por algún político, para ocultar sus traiciones y tropelías, como que España es una nación de naciones, e ignore lo que es nación. Esta definición y apaño incluido nos está llevando al abismo, o a exclamar aquella triste y desesperante expresión que retumba en mi mente de emigrante: Estamos felices y no lo sabíamos, así lo perdimos algunos todo y otros casi todo.
Nuestro desarrollo democrático nunca fue explicado verazmente y menos compartido. Sus ocultaciones interesadas están llenas de matices y traiciones para borrar los nombres de sus impulsores y protagonistas, lo que no podrán ocultar son las tropelías y traiciones ejecutadas a su sombra y cobijo por nuestros políticos, las que hoy, ya a la vista, los delatan clarísimamente y pone ante nuestros ojos su ADN destructivo, con sus historias y truculencias desgraciadas, las que nos ocultaron sistemáticamente durante años, con su disfraz de demócratas, cuando en realidad eran viejos y nuevos comunistas disfrazados. Lo que hoy los pone grogui y contra las cuerdas a punto está de finalizar este irregular combate, y ya solo nos falta el veredicto de los jueces, cuyo tribunal lo forma todo el pueblo español, que deberá decidir el 10 de noviembre, si quiere vivir en libertad y respetando las leyes, o formar parte activa de ese mundo virtual y ramplón con disfraz de apariencia  democrática, para llegar al poder e inmediatamente implantar sus normas robo-lucionarias y dictatoriales, las que tanto añoran y critican a la vez, donde las libertades están sujetas a tu docilidad, con el poder reinante. Veamos el ejemplo de Venezuela hoy  y quienes están detrás de aquella robo-lución, que hoy ya la mantienen secuestrada y arruinada, son los mismos de ayer, allí fueron para envenenarla, secuestrarla y robarla, pretenden repetir aquella desgracia en España hoy. Quienes vivimos sus andanzas allá y aquí levantamos la voz de alarma. Están comprando tu silencio, ofreciéndote la luna y el cielo a la vez.  Mientras ellos siguen contando nubes y se ocultan en la bruma discordante que las mismas producen, pero te ocultan quien o quienes pagarán la fiesta irresponsable que ellos están montando.
Mientras todo esto se desarrolla y airean en sus centros mediáticos, sus amenazas revanchistas, se multiplican y Cataluña se incendia por los cuatro costados, la descomposición social avanza y capean a sus anchas por todo el país. Lo que tratan de ocultarnos con el señuelo de exhumar a Franco, porque perturba la convivencia. ¿Alguien en su sano juicio puede concebir este engaño macabro? Solo  una mente perturbada por el resentimiento vengativo puede avalar desenterrar un muerto, luego de cuarenta y cuatro años sepultado. Y sea esa la prioridad de un pueblo español, hoy. Todo ello asusta y desconcierta.
Existe una maldición gitana: Entre traidores y vengadores políticos te veas. Nada despreciable ara el momento politiquero que hoy nos toca vivir.