Cartas al director

Un día mágico

 Lo que os quiero contar, subyace a partir de aquel día que, tomando un café, se me acercó una persona ofreciéndome quedarme con unos bolígrafos a cambio de la voluntad. Pues bien, así lo hice. Al llegar a casa, los dejé en uno de los cajones de la mesa que uso como mesa de trabajo, lecturas u otras actividades. Con el paso del tiempo, llegó el momento adecuado para darles uso a esos bolígrafos. Siempre que abría el cajón, donde dormían plácidamente aquellas herramientas de escritura, existía alguna conexión intangible que me hacía pensar. Sin duda.
Por aquellas fechas, ya estábamos inmersos en la pandemia y sus confinamientos; con las extremas consecuencias sociales y económicas que hacen temblar de lleno a los sistemas establecidos. Personas defenestradas y hundidas (que aparecían como zombis), y que meses antes gozaban de una posición social normalizada, tuvieron que decidir, cómo conseguir algunos ingresos, para poder subsistir.
Estos bolígrafos, conseguidos de la manera menos habitual por mi parte, han hablado por fin, tras su letargo, como agradecimiento a la empatía de aquel día mágico; como otros tantos que nos suceden y dejamos en el olvido.