Cartas al director

Tierras de leyenda y milagros en el puente románico de A Ramallosa

Son muchos los visitantes que acuden al valle Miñor en estas fechas a nuestras playas, a nuestra campiña, incluso mucho son los peregrinos que haciendo el Camino Portugués en recorrido a Santiago de Compostela, se hospedan aquí en  A Ramallosa en el abergue del Pazo de Pías, a todos ellos, una vez más, sobre el Milagro del Santo Telmo, que está en el medio del puente románico y que divide Baiona de Nigrán. 
Las líneas de su arquitectura son conocidas, mas van quedando en el olvido los "milagros" del mismo y des us aguas que, cantarinas, pasan por debajo de sus arcos. Su fama está muy extendida, y es de arraigada fe entre los que practican las creencias que quiero exponer.
Las esposas que no tienen la dicha de asegurar su descendencia malograda por sucesivos abortos, deben acudir  a este puente para hacer desaparecer aquella desgracia, que se ciñe en matrimonios jóvenes con el bautismo de las aguas.
La ceremonia se lleva a cabo según rito especial, apropiándose palabras que se pronuncian al derramar el agua sobre la cabeza de la que se bautiza. El acto debe ser a los tres meses del periodo de gestación, y a las doce de la noche. Veamos la forma: la bautizada, acompañada de dos familiares o de la intimidad, acude al puente con la antelación necesaria; se dirige a la cruz que se alza en el centro del puente y los acompañantes se limitan a custodiar las entradas por ambas partes para evitar el paso de animales por tal lugar (ni gatos, perros) ya que es causa de nulidad y ya el bautismo no se puede llevar a cabo. Los vigilantes tienen una misión muy importante que cumplir, y es que, al primer transeúnte que ese presente se le tiene que requerir para actuar de "padrino" en la ceremonia. La que va a ser madre, espera en pie y en silencio la llegada del futuro compadre. Confusa y emocionada se postra ante la cruz del puente y se llega al momento solemne. 
El viandante "aparecido" se baja al río y con un recipiente recoge agua del río Miñor, luego derrama el agua sobre el pecho de la misma pronunciando palabras rituales del verdadero bautismo. Finalizado el acto, la madre convencida de conservar lo que entraña rompe el silencio a que estuvo obligada. Llegado el feliz alumbramiento, la criatura será apadrinada por la misma persona que lo hizo con la madre. Muchas personas del Val Miñor que tienen ahijados a gran distancia.