Cartas al director

La carrera por la vacuna

 Los ciudadanos, que somos los destinatarios, en última instancia, de las vacunas contra la pandemia, de los cientos de millones de dosis que se van a necesitar para inmunizarnos, no tenemos ni voz ni voto del cuándo, el cómo y el dónde, de si va a ser obligatoria, de si será de una procedencia o de cualquier otra de los muchos laboratorios que están compitiendo para ser proveedores.
La sociedad está expectante y asiste impotente y desconfiada a las noticias sobre los test fallidos, y las diferentes fases y condicionantes que tienen que superar los preparados para que resulten inocuos y eficaces. Una desconfianza que se traduce en no querer ser los primeros y esperar a que sean otros quienes las prueben antes para evitar sufrir innecesariamente las consecuencias de las prisas, de la urgencia por lograr una vacuna con las debidas garantías.
Si Pfizer, Moderna, Jansen, Astrazeneca, Sinopharm o Gamaleya, si cualquiera de estos laboratorios, uno de ellos o todos, son capaces de facilitar los medicamentos que nos protejan del virus, serán bienvenidos, por lo que habrá que confiar que la Unión Europea y las autoridades sanitarias españolas acierten en sus decisiones a la hora de elegir el más apropiado.