Cartas al director

María, la criatura más perfecta

 "La Virgen María es la más perfecta criatura salida de las manos de Dios. Es tan buena, tan sencilla, tan delicada, tan prodigiosamente humilde y pura que se le quiere sin querer". La Virgen María, Nuestra Señora, Federico Suárez.
Si la Virgen María fue única, también su papel en la historia de la Salvación es irremplazable;  a Ella nos la dio el Padre, Ella nos dio al Hijo y Ella se dio al Espíritu Santo. Pero, al igual que la Virgen María, también cada uno de nosotros somos únicos. Dios nos pensó, nos tenía en su mente antes de existir. Y al igual que la Virgen María, cada uno de nosotros debemos descubrir los designios que Dios tiene para nosotros. Cada uno, dentro de la vocación a la que ha sido llamado, debemos imitar a María, sabiendo que todos debemos ser santos.
Decía Santa Teresita de Lisieux: "Lo que me hace bien es imaginarme en María una vida enteramente ordinaria. Todo en su vida se hizo como en la nuestra". La Virgen María vivió en este mundo una vida igual a la de los demás, llena de preocupaciones y de trabajo. Por ello, la sentimos tan accesible, tan cercana, hablamos con Ella como a una madre e incluso de mujer a mujer.
Hablar de María es hablar de una mujer siempre en camino: Nazaret, Belén, Egipto, Judá; hablar de María es presentar a la mujer misionera. María representa a la mujer que tiene metas.
Estamos en un momento en que la humanidad se encuentra desorientada; un momento, en el que las mujeres profundamente marianas y por tanto, empapadas de Evangelio tienen mucho que decir y hacer, porque realmente la mujer es el alma del  hogar, la portadora de vida y la transmisora de la fe. Llevar nueve meses en el seno materno a una criatura, crea un lazo de unión entre madre e hijo muy fuerte, un nexo indestructible. Esto no es un manifiesto feminista en detrimento de la figura paterna, representada en la digna y santa persona de San José. Jesús vivió y creció en el seno de una familia formada por un hombre y una mujer, por un padre y una madre. Y aquí, es donde Dios quiere que se desarrolle la vida de sus hijos.