Cartas al director

EMOTIVO FUNERAL EN LA ALMUDENA

Cuarenta mil personas han fallecido en España abatidas por un letal virus. Muchas de ellas, han muerto solas, sin la presencia de sus seres queridos, sin poder ser despedidas tal como quisieran y desearían sus familias. El pasado seis de julio se celebró en la Catedral de la Almudena el funeral que les debíamos, la despedida en la que le ofrecíamos nuestra oración, empatía y solidaridad, uniéndonos al dolor de los familiares que han sufrido estas desgarradoras pérdidas humanas y al reconocimiento a los héroes anónimos, muchos de los cuales entregaron su vida por amor al prójimo. 

El cardenal Omella nos ha recordado que en ocasiones dolorosas, a pesar de que estemos tentados a pensar lo contrario, Dios nunca abandona a sus hijos, y que precisamente las muestras de solidaridad que se evidenciaron durante esta devastadora tormenta, son un signo de la cercanía de Dios. 

En la homilía, el cardenal Osoro ha pedido que reflexionemos acerca de nuestra condición de hijos de Dios, y por tanto, de hermanos entre nosotros. Filiación y fraternidad, unidas a la esperanza a la que tenemos derecho en este tiempo de prueba. El Señor nos pide que demos ánimo a los que están cansados y agobiados, y que no nos reservemos para nosotros el gran tesoro que es Jesucristo, sino que aprovechemos esta gran oportunidad para que tanta gente necesitada de su consuelo y compasión en este momento de duelo lo llegue a conocer y así experimente el abrazo de su Corazón "manso y humilde", transido de amor y bondad. 

Las palabras pronunciadas ante nuestra Señora de la Almudena, puerta del Cielo, nos indican que la pandemia no es un castigo de Dios. El "Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad".Dios no es un padre airado que manda pandemias para que perezcamos. Dios, que es Vida, nos dio a su Hijo que murió por nosotros en la Cruz y se negó a responder al mal con el mal, porque no se puede dar lo que no se tiene.