Cartas al director

Metáfora de la política

“El (Pablo Iglesias) es un profesor universitario, que carga un equipaje cultural enorme. Es un estupendo orador y Sánchez no. No lo quiere tener en el Consejo de Ministros, porque teme que se lo coma con patatas a las finas hierbas” 
(Luis María Ansón en La Sexta Noche, 21.07.2019).

He de admitir que Ansón, aún cuando no comparto su credo monárquico y liberal conservador, su olfato periodístico, tras muchos años en la profesión, atina para resumir en breve párrafo el distanciamiento entre el PSOE y Unidas Podemos, que ha obstaculizado, hasta ahora, la investidura del señor Sánchez como presidente de Gobierno. Y como hombre culto, que es, ha tirado de metáfora, oportuna como clarividente. Ríos de tinta y voces se han derramado sobre el fracaso de la investidura de Pedrito. Un fracaso del que el único culpable es el político llamado a formar gobierno. 
Cuando las urnas no te otorgan la mayoría absoluta, no te queda más remedio que negociar apoyos con otras formaciones políticas. Lo lógico es buscarlos en aquellos partidos, que en su día colaboraron en el triunfo de la moción de censura. Y debería reconocer el candidato a la presidencia, que el partido que más puso la carne en el asador fue Unidas Podemos, y cuyas propuestas fueron, al final, humo. No cuajó la vía portuguesa.
No voy a sonrojar al candidato, tirando de hemeroteca. Ni siquiera las revelaciones que en su día manifestó a Jordi Évole, en su programa “Salvados”. ¿Por qué cambia ahora de criterio de que su alianza con la formación morada era la más natural, y no la de Ciudadanos, con  quien pactó? Pues, sencillamente, estaría condenado a alejarse del  poder: el del mundo financiero, que le subvenciona, y el del mediático, que puede destruirlo, como lo está haciendo con Unidas Podemos, hasta lo indecible. Y eso sería ir, además, contra la propia historia de su partido, del que presumió en su intervención, de contar con 140 años de historia. Restando los cinco años que duró la II República, su partido jamás molestó al poder, ni en las dos últimas Dictaduras. De, ahí, su larga permanencia, por su inmenso oportunismo camaleónico.
 En su inicio marxista, deambuló por la Historia, como socialista, socialdemócrata, socio-liberal, hasta denominarse hoy en día como liberal progresista. ¿Mañana? Debe sobrevivir, y es el leitmotiv de su negativa a dar entrada al gobierno a la formación morada, incluso, llegar a humillarla.
Al no contar con la abstención de los partidos de derecha, hasta la bochornosa súplica, buscará a más culpables. Y ya anuncia el disparate de convocar reuniones con “la sociedad civil”, para elaborar programas. ¿No tenía ninguno cuando se presentó a la investidura? ¿No recogen los partidos políticos demandas del colectivo ciudadano afín en sus programas electorales? ¿Nuevas elecciones? De llegar a ello, la responsabilidad es suya, no de la sociedad civil, que pueda que, quizás, se lo  vuelva  a comer con patatas, esta vez, bravas.