VIGO

Los vigueses curados: “Te agota, te separa de la familia y de esto se muere”

Algunos vigueses curados del Covid, desde arriba, Roque Sobrino, Amada Traba, Bosco Caride, Jorge Parada, Jacobo Torrón y Ricardo Diz con su mujer
photo_camera Algunos vigueses curados del Covid, desde arriba, Roque Sobrino, Amada Traba, Bosco Caride, Jorge Parada, Jacobo Torrón y Ricardo Diz con su mujer
Quince enfermos que se curaron del Covid relatan su experiencia: "Te deja molido, da miedo y te separa de la familia"

 El Sergas daba ayer la cifra de 1.947 personas curadas de coronavirus en los 26 municipios del área sanitaria de Vigo, desde que se hizo el primer diagnóstico, el 4 de marzo, a un transportista de Moaña de 43 años. Son pacientes a los que les hicieron una PCR, pero durante la pandemia hubo muchas personas más que no tuvieron acceso a esta prueba diagnóstica, reservada primero para personas con síntomas que venían  de China y zonas donde estaba el virus y más tarde para grupos de riesgo, hospitalizados, servicios esenciales y personas con síntomas que hubieran tenido contacto con enfermos. Ahora que pasó lo peor los centros de salud pueden pedir una PCR a cualquier persona con síntomas de Covid sin restricciones. Según el estudio de seroprevalencia del virus que hizo el Sergas, en Vigo hay un  1,64% de inmunizados, que equivaldría a 9.184 personas contagiados en el área, y según el estudio del Ministerio de Sanidad sería un 2,2%, unas 12.320 personas.

Dicen los que han sufrido la enfermedad que provoca mucho cansancio y síntomas que nunca habían tenido, como la famosa pérdida de olfato, que si te da fuerte tarda mucho en curar y que quedan secuelas en algunos casos. Los más graves vieron la muerte muy de cerca, los leves confesaron que habían tenido miedo. Todos ellos tienen ahora anticuerpos, no saben por cuánto tiempo, pero no bajan la guardia y siguen tomando precauciones. Algunos de los afectados cumplían criterios para donar plasma, que permitirá curar a otros enfermos, o sangre para proyectos de investigación. Ninguno se ha negado, porque sienten la obligación de ayudar. Los enfermos vivieron con cierto desconcierto los protocolos que les decían que debían quedarse en casa, salvo que estuvieran muy graves, sin embargo es unánime su reconocimiento al personal sanitario que les atendió en el hospital o que les hizo el seguimiento por teléfono. “Los aplausos son pocos”, dicen.

AMADA TRABA, PROFESORA DE SOCIOLOGÍA DE LA UVIGO
“DIJERON QUE MIENTRAS PUDIERA RESPIRAR Y ME FUNCIONASE EL PARACETAMOL ME QUEDASE EN CASA”

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 “Tuve síntomas el 9 de marzo, me di cuenta de que no era una gripe por el tipo de síntomas. Tuve uan pérdida de olfato total, acerqué una botella de amoníaco a la nariz y no percibía el olor. El dolor de cabeza era diferente, era como si me estuvieran abriendo vacíos en la cabeza, nunca había tenido esa sensación. El dolor articular se concentró en las caderas y el fémur. El médico me dijo que mientras pudiera respirar y me funcionase el paracetamol para la fiebre que me quedase en casa aislada porque podía ser”. Este es el relato de Amada Traba, profesora de Sociología de la Educación de la Universidad de Vigo. “No me contagié en el campus ni conozco a nadie de allí que estuviera enfermo”, apunta. Su marido enfermó tres días después con síntomas distintos (estomacales). Los dos estuvieron durante semanas agotados, ella llegó a tener 39,5 de fiebre. En abril un amigo les propuso hacer un test rápido y a los dos les dio qeu tenían anticuerpos de coronavirus, fue entonces cuando les hicieron la PCR, ya negativa. “Al principio yo había llamado 3 o 4 veces porque estaba en contacto con personas enfermas y mi compañera estaba en la UCI pero nunca se me había permitido hacer la prueba”. No sabe cómo se contagiaron. Supo más tarde que una compañera de trabajo de su marido había tenido una gripe  en febrero que luego resultó que no era tal, porque se hizo unas pruebas privadamente en Vithas Fátima y le salió que tenía anticuerpos de coronavirus, pero en su entorno muchas amigas también se había contagiado. Ahora sueña con que pase todo y poder viajar a México donde vive su hija y sus nietos, también confinados.

RICARDO DIZ
“ES UNA SITUACIÓN FASTIDIADA PORQUE NO SABES CÓMO SERÁ Y MI HIJO LO PASÓ MAL EN GEORGIA”

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Ricardo Diz tiene tres hijos, dos de ellos están en Vigo pero el más joven, Diego Diz, es jugador de fútbol de Primera División en Georgia, donde también cumplió la cuarentena. Ricardo y su mujer enfermaron de coronavirus y estuvieron ingresados en el Cunqueiro. “Es una situación muy fastidiada porque no sabes qué va a pasar”.  Así, a la vez que luchaban contra el virus se acordaban de su hijo, que estaba a más de 5.000 kilómetros de distancia y que se sentía mal por estar tan lejos de sus padres. “Tuvimos que hablarle varias veces por teléfono para calmarle porque quería venir aquí”. El hecho es que ya había perdido a su abuelo, el padre de Ricardo,  a finales de febrero. “Murió de una neumonía, yo estuve con él ocho días en el Meixoeiro, hasta que falleció. No le hicieron prueba porque de aquella no se hablaba mucho de esto, pero es muy sospechoso”, comenta Ricardo. En su caso, estaba en Moraña con su mujer cuando empezó a sentirse mal, era el 20 de marzo. Tuvo mucha fiebre, pero no acudía nadie, “ni del área sanitaria de Vigo ni de la de Pontevedra”. Cuatro días después fue un ambulancia, le llevaron a Pontevedra y desde allí al Cunqueiro. Su mujer, que tiene problemas en una válvula del corazón, enfermó después. Ambos tuvieron neumonía. Compartieron habitación el  hospital, aunque él estuvo 7 días ingresado y ella 15. “Quedamos muy bien, nos llaman constantemente para ver cómo estamos y yo ya fui dos veces a donar sangre para la investigación”. Ricardo jugó ayer su primer partido de tenis tras superar la enfermedad y se sentía bien.


JACOBO TORRÓN
“NUNCA TUVE MIEDO PORQUE LA MAYORÍA DE LA GENTE LO SUPERA SIN MAYORES DIFICULTADES”

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El psiquiatra Jacobo Torrón estaba completando su formación en Madrid cuando se produjo el Estado de Alarma y tuvo que regresar a Galicia. “Desde el Cunqueiro me pidieron que  hiciese una cuarentena profiláctica , antes de que todo estos estallase”.  Al cabo de pocos días, aparecieron los primeros síntomas, fiebre y dolor muscular. Avisó al hospital y le hicieron una prueba PCR que dio positiva. “Pasé los 14 días en casa, como si fuera una gripe, tres días con dolor muscular y febrícula, pero luego ya estaba bien y hacía vida normal en domicilio”. Pasado ese tiempo, le hicieron una nueva PCR y dio negativo. Jacobo asegura que nunca tuvo miedo, porque “la gran mayoría de la gente lo supera sin mayores dificultades” y porque es joven y no tiene ningún factor de riesgo, aunque reconoce que hay personas a las que le causa la muerte o problemas muy graves si llegan a esa segunda reacción de tipo inmunológico. Su mayor preocupación era la posibilidad de contagiar a familiares o amigos. Su mujer también se contagió, con síntomas como la pérdida de gusto y olfato. “Estuvimos los dos aislados, alejados de nuestra familia y lo superamos sin mayores problemas”.
El psiquiatra Jacobo Torrón fue de los primeros voluntarios de Galicia que donaron su plasma, ahora “enriquecido” con los anticuerpos de coronavirus, para que pueda ser utilizado para la curación de otros enfermos.
De Psiquiatría dice que “en los primeros días del confinamiento parecía que los pacientes habían desaparecido, pero las otras patologías siguen ahí y lo peor es que llegan más descompensados, y hay gente sin patología previa que pide ayuda por trastornos relacionados con la situación laboral o familiar”.

ROQUE SOBRINO LAGO-BERGÓN, ESTUDIANTE
“ME PIDIERON QUE DONASE PLASMA, ESTOY ENCANTANDO DE PODER AYUDAR A OTROS”

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 “La pandemia estaba empezando y lo que menos me esperaba era tenerlo yo. Estuve tirado en cama con cansancio y dolor de cabeza, pero no fue más que eso. Mi familia se alarmó,  porque nunca tengo fiebre ni estoy enfermo, y eso fue lo que me hizo ponerme nervioso”. La mayor preocupación de Roque era no contagiar a su familia. Se recuperó pronto, pero dio positivo en las dos pruebas PCR que le hicieron después. Ahora está perfectamente, estudiando para la Selectividad y  hasta fue a donar plasma. “Yo encantado de ayudar a otros enfermos”. De la pandemia solo va a recordar que perdió a su abuelo, también por Covid-19, un empresario conocido en la ciudad y por el que le llovieron los mensajes de pésame.

JORGE PARADA, EX GOBERNADOR CIVIL
“NUNCA OLVIDARÉ LAS PALABRAS DE ÁNIMO DE LA MÉDICA DE UCI CUANDO DESPERTÉ”

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 “Esto no es ninguna broma, de esto se muere. Yo estoy vivo de milagro”. Esto afirma el exgobernador civil, Jorge Parada, que estuvo 35 días en la UCI del Cunqueiro y otros 20 días más en planta. Sospecha que se contagió en Cataluña. Empezó con fiebre y en el teléfono de la Xunta le dijeron que tomase paracetamol y esperase 48 horas, pero su mujer veía que estaba respirando mal y acudió a Urgencias. “Si no llego a ir, estoy muerto”. Ingresó en el Cunqueiro el 24 de marzo y salió el 19 de mayo. Parada estuvo dos veces al borde de la muerte, pero salió adelante. Jamás olvidará las palabras de ánimo de la médico de la UCI cuando despertó, su voz y su cara. “El personal es fantástico”. Al salir de la UCI tuvo que aprender a caminar de nuevo y ahora se recupera poco a poco en casa porque aún se siente débil. Dice que por un lado tiene 72 años y por otro solo 2 meses, y que ve la vida de otra forma, hay cosas que ya no se toma en serio. A la población le pide prudencia y en especial a los jóvenes porque “puede que no enfermen, pero pueden matar a sus padres o abuelos”.

CARMEN FILLOY, SUPERVISORA DE MEDICINA INTERNA
“ES UNA ENFERMEDAD QUE TE SEPARA DE TODA LA FAMILIA, TE QUEDAS SOLO”

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 “No sé donde me contagié, si fue en la calle o en el trabajo, es imposible saberlo. Me ocurrió el 30 de marzo y había empezado el día 2 con los pacientes”. Carmen Filloy es supervisora de Medicina Interna y conocía bien la enfermedad porque había tratado con estos pacientes. Al inicio de la pandemia ya le había pedido a su marido que fuese a otra casa para evitar un posible contagio. Estuvo tres semanas con síntomas. Asegura que “es una enfermedad que te separa de toda la familia, en el sentido de que te quedas sola, ansiosa y con miedo. Las palabras de ánimo sirven de mucho, lo agradeces”.

OLGA CLIMENT, TRABAJADORA DE SALESIANOS
“NO ME HICIERON LA PRUEBA, PARECE QUE NO TENÍAN TEST SUFICIENTES PARA TODOS”

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 Una decena de personas del claustro de Salesianos y numerosas familias de este colegio resultaron contagiadas de coronavirus. De hecho los primeros casos se confirmaron el 11 de marzo. Olga Climent trabaja en el centro y tuvo los síntomas de la enfermedad aunque no le hicieron la prueba. Tuvo cansancio, dolor muscular, fiebre y pérdida del gusto, entre otros. “Parece que como éramos jóvenes y no tenían test sufcientes no nos la hicieron”. Su padre también enfermó y lo llevó a Urgencias porque no lo llamaban para hacer la PCR. Dio positivo y tardó casi dos meses en tener un resultado negativo”.

JOSÉ ANTONIO SOMOZA, ABOGADO
“EL 99,9% DE LA POBLACIÓN SE HA PORTADO DE DIEZ, AUNQUE HAYA GARBANZOS NEGROS”

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José Antonio Somoza tuvo síntomas el 14 de marzo. Le dijeron que no podía ir al centro de salud y que tampoco entraba en los criterios para hacerse la prueba porque no sabía si había estado en contacto con algún positivo.Seguía encontrándose mal y días después logró que le hiciesen la prueba. Tuvo dolor muscular, de cabeza, fiebre, tos, diarrea y pérdida de olfato. “Comía lentejas y le sabían a vinagre”. Está convencido de que su mujer y sus hijos lo pasaron pero ellos no tuvieron acceso a pruebas. Considera que “el 99,9% de la población se portó de 10 en el encierro aunque siempre hay garbanzos negros”.

ADELA SILVEIRA, CAMARERA LIMPIADORA DE RESIDENCIA
“AHORA TENGO MIEDO AL SALIR A LA CALLE, ME VOY ESCAPANDO DE TODO EL MUNDO”

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 Trabaja en la Residencia del Meixoeiro y no había nadie enfermo en este centro cuando ella se contagió. Tuvo neumonía y permaneció quince días ingresada. “Los primeros días lo pasé muy mal, luego fui recuperando y ahora ya estoy mejor aunque sigue con dolor corporal. Ahora tengo mucho miedo al salir a la calle, voy con mascarilla a todas partes y me voy escapando de todo el mundo, poruqe hay gente que no se entera”. Asegura que los médicos le decían a su familia que unos días iba mejor y otros que no contaran con que saliera adelante. “En el hospital me trataron muy bien, del primero al último”.

JOSÉ GARCÍA COSTAS, EMPRESARIO DEL SECTOR NAVAL
“NO ESTOY PARA JUGAR AL FÚTBOL, PERO HAGO VIDA NORMAL. LO PASÉ FRANCAMENTE MAL”

 “Lo pasé francamente mal los primeros días porque veía en las noticias lo que pasaba en Madrid y porque no mejoraba, pero al final el cuerpo reaccionó bien”. José García Costas acudió a las Urgencias de Povisa el 24 de marzo, lo ingresaron y una semana después lo enviaron a casa para seguir recuperándose. El 14 de abril le dieron el alta definitiva, pero no quería ir a trabajar sin estar seguro de que no contagiaría a nadie.  Le dieron que no se hacía por protocolo (no tenía síntomas ya) y acudió a un laboratorio privado, donde se hizo dos PCR y las dos positivas. A la tercera, el 15 de mayo, le dio negativo. Su mujer también se contagió y durante unos días compartieron habitación en el hospital. “Ahora estamos muy bien, No estoy para jugar al fútbol pero sí para hacer vida normal”. Ahora cree que la población no debe bajar la guardia para evitar repuntes “porque se pasa muy mal” y considera que faltan recursos para tratar la pandemia, aunque espera que pronto haya avances en los tratamientos.

CHIS OLIVEIRA, ESCRITORA Y CATEDRÁTICA DE FILOSOFÍA 
“NO ME DIERON OTRA MASCARILLA EN LA AMBULANCIA POR LA PRECARIEDAD QUE HABÍA”

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Mercedes Oliveira estuvo 17 días en la UCI y una semana en coma inducido. Su caso fue grave. Al salir tuvo que aprenderlo todo, porque le costaba ponerse de pie, caminar y hasta coger un boli. Ahora está en  fase de recuperación, atendida por el hospital. Se encontró mal el 12 de marzo, muy pocos días después de que el Cunqueiro diagnosticase a su primer paciente, y aún no había circuitos separados en Urgencias. Tenía poca fiebre, tos seca y frío. Eran síntomas leves y le dijeron que se quedase en casa, hasta que se desmayó y la fueron a buscar en ambulancia. “Fíjate que precariedad de medios había entonces que vomité en la ambulancia y pedí otra mascarilla, la chica me dijo horrorizada que lo sentía pero no tenía. La tuve que sacudir y ponérmela de nuevo”. En Urgencias tardaron en atenderle, le dio a tiempo a volver a vestirse con su ropa porque tenía frío  y se dio cuenta de que el personal estaba asustado”.  Cuenta su experiencia para liberar la enfermedad del tabú y para que la gente sepa que es duro”.

BOSCO CARIDE, PINTORI
“ES UNA RESPONSABILIDAD MORAL, SI TE LLAMAN PARA DONAR PLASMA NO TE PUEDES NEGAR”

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 El pintor Bosco Caride cree que se contagió en Madrid, cuando fue a la feria Arco y a distintos centros de arte y museos. Tenía tos, febrícula y cansancio. Le hicieron la prueba PCR poque venía de Madrid, y a su mujer también porque había estado en Madrid y en León donde había tenido contacto con personas contagiadas. Los dos dieron positivo, con síntomas leves, y superaron la enfermedad en poco tiempo. Después de esto, a Bosco lo llamaron desde el hospital Álvaro Cunqueiro para ver si quería donar plasma. Le hicieron un análisis de sangre y vieron que cumplía las condiciones. “Es una responsbilidad moral, si te llaman para donar plasma no te puedes negar. Me alegro de que pueda servir mi enfermedad y mi curación para tratar a algún enfermo o para la investigación”.
De cara al futuro, reconoce que le produce cierta despreocupación tener anticuerpos pero no baja la guardia. “Me gustaría que todo el mundo pudiera tener la normalidad que vivíamos antes de que pasara esto”.

PABLO SUÁREZ
“SERVICIOS QUE ESTABAN ALGO OCULTOS COMO LIMPIEZA SON AHORA MÁS VALORADOS”

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Dio positivo el Día del Padre después de celebrarlo con su familia. Pablo Suárez trabaja en el servicio de Limpieza del Cunqueiro y sabe dónde y cuándo se contagió. Llevaban más de una semana de reuniones en el comité de salud laboral porque querían negociar con la empresa un protocolo para el coronavirus. De allí salieron 7 miembros del comité de empresa contagiados, él incluido, y 2 jefas también positivas. Pablo tuvo pocos síntomas pero perdió diez días el olfato y el gusto. “Un día usé tanta lejía en casa que casi me muero intoxicado porque no notaba el olor, tuve que dormir con la ventana abierta”.  Le hicieron dos PCR más y  a los 40 días logró negativizar el virus. Su preocupación era la familia, no contagiarles y al mismo tiempo quería que les hicieran la prueba. “Si viven conmigo y van a comprar el pan, ¿cómo sabemos que no tienen el virus y pueden contagiar a otros?”. De la crisis cree que servicios como limpieza que estaba algo oculto son ahora más valorados. “Nos dimos cuenta que todo es necesario”.

ARANCHA GONZÁLEZ
“LO MÁS DURO DE ESTA ENFERMEDAD ES QUE TE ENCUENTRAS FATAL Y ESTÁS SOLO”

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 Arancha se encontró mal el 20 de marzo, con tos seca, frío, fiebre que con el paso de los días llegó a ser de 39,5, malestar y pérdida de olfato. Nunca le hicieron la prueba PCR porque consideraban que era un caso leve, y su preocupación era no contagiar a su marido, que había tenido un cáncer y   en ese momento tenía las defensas bajas.  “Lo más duro de esta enfermedad es que te encuentras fatal y estás solo, no te pueden traer ni un paño húmero para la fiebre, y no sabes dónde va esto”. Su marido, José, terminó contagiándose e ingresó en el hospital con neumonía. Estuvo 8 días en planta y se comunicaban por vídeollamadas. “Me costaba respirar y atarme los zapatos”, dice José. “Al estar solole das vueltas a la cabeza, estaba deseando que me trajesen las comidas. Al personal sanitario le aplauden poco porque el trato fue increíble. Impresiona verlos con los trajes. Cuando nos despedimos me emocioné. Y en casa el seguimiento que me hicieron el neumólogo y el centro de salud no lo olvidaré en la vida”, señala.

VERÓNICA
“SI ME LLEGO A QUEDAR EN CASA A LO MEJOR INGRESO EN LA UCI Y NO EN PLANTA”

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 “El virus entró en casa por la empleada de hogar que cuidaba a mi suegra, una persona muy dependiente. Ese día, el 16 de marzo, no vino a trabajar y me quedé yo porque mi empresa había empezado un erte. Noté que casi no caminaba y que decía cosas incoherentes, me parecía que le podía haber dado un trombo o algo así. En ningún momento pensé que era coronavirus. Llamé al 061, la llevaron al hospital y quedó ingresada”. Esto cuenta Verónica, una vecina de Mos,que durante la pandemia perdió a su suegra, de 75 años, por esta enfermedad. Verónica también enfermó. Al día siguiente de llevar a su suegra al hospital se desmayó en casa y pensó que era por el estrés. Tenía fiebre y le recomendaron quedarse en casa, pero empeoró, respiraba bien pero notaba que le dolía el riñón, y fue a Urgencias. Al final la ingresaron con neumonía. “Si me llego a quedar en casa a lo mejor ingreso en la UCI”. Su suegro también fue positivo pero sin síntomas y su marido se hizo un test privado y supo que tenía anticuerpos.
 

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