“¡Fíjate qué carrusel! De dos pisos, espectacular”. María llegó con su familia desde León a pasar cuatro días. No sabe quién está más deslumbrada, si ella o sus dos hijos pequeños. Ayer, descubría una nueva sorpresa en su paseo por el corazón de la Navidad, de la Alameda a Porta do Sol, pasando por Policarpo Sanz. “Aún no nos atrevimos a meternos por ahí”, dice indicando un Príncipe abarrotado. El Puente de la Constitución trajo a la ciudad miles de visitantes, atraídos por la fama de las luces, provocando el mayor lleno de la Navidad.
Este es el primer fin de semana con Papá Noel en su caseta, lo que provocó largas colas de niños para hacer entrega de sus cartas en Policarpo Sanz.
La estrella polar, el muñeco o el carro de los renos iluminado hicieron la competencia a las figuras estrellas como el árbol, donde había que esperar para poder disfrutar del espectáculo sonoro-lumínico desde su interior.
Otro de los lugares más visitados fue la Casa das Artes, donde desde hace una semana se expone el Belén monumental de La Morana de Zamora, con cuidados escenarios que incluyen referencias a la ciudad como la lonja de O Berbés, la villa romana de Mirambell, la iglesia románica de Bembrive, un domen de Candeán o la fuente de Castrelos.
Otra vez en la calle, los más pequeños son los verdaderos protagonistas, con actuaciones musicales, globos luminosos o la noria gigante en la Alameda, todo amenizado con villancicos que se alternan con las bandas sonoras de las atracciones.
Con una amplia zona peatonalizada, desde la Alameda hasta el cruce de Urzaiz con Gran Vía, facilitó el movimiento de los peatones, aunque genera un caos en el tránsito rodado. En familia o en grupos, el turista de la Navidad alcanza el centro andando, el único modo posible. Con Gran Vía solo abierta para el sentido descendente, los coches se desviaron por Urzaiz y Cervantes, se crearon atascos y embotellamientos con el párking de Vialia como uno de los puntos negros.
El momento clave fue las 18:30 horas, en que se encendieron las luces. Según avanzaba la tarde, la afluencia de gente aumentó hasta llegar a dificultar el movimiento.
Con el centro completamente desbordado, la Navidad también llegó a los barrios. Si hace unos días se inauguró en Coia el circo dedicado a la Panificadora, ayer en la zona peatonal de O Calvario el alcalde Abel Caballero abrió el mercadillo navideño. Los trenes chuchú ofrecen recorridos por los distintos escenarios vigueses y favorecen el desplazamiento.
