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“Al ver las Islas Cíes se nos saltaron las lágrimas”

Los familiares y amigos reciben a Javier e Iván.
photo_camera Los familiares y amigos reciben a Javier e Iván.

Regresan  los dos marineros de Vigo retenidos cinco días en el puerto portugués de Figueira Da Foz: "vivimos un auténtico infierno", señalan .

 Cinco días de "auténtico infierno" cierran uno de los capítulos más negros en la vida profesional de Javier Montenegro e Iván Arijón, los dos marineros vigueses que quedaron retenidos en el puerto luso de Figueira da Foz. A pesar de su amplio conocimiento en la mar y su larga experiencia a bordo, Javier e Iván tuvieron que pagar una multa de 1.100 euros y cubrir una carta reconociendo "su error" de querer entrar en un puerto cerrado, a pesar de viajar  con un velero averiado y una inminente previsión de temporal la mañana siguiente. Tras una semana muy dura en la que el miedo y la tensión fueron constantes, por fin llegaron a casa, atracando ayer en Bouzas pasadas las 12 de la mañana. Recibidos por familiares y amigos, ambos emprenden ahora un duro periodo en el que buscarán la manera de limpiar su nombre y que ningún otro marinero tenga que pasar por este calvario. "Cuando vimos las Cíes se nos saltaron las lágrimas. Estábamos en la Ría, estábamos en casa", reconocen emocionados.

"Fue incomprensible. Hemos estado en aguas y puertos portugueses muchas veces y nunca nos había pasado algo así", señala Javier. A pesar de que el barco había pasado una revisión antes de partir de Denia (Alicante), "la mitad del trabajo no se hizo", cuenta Javier. Con un viento de 30 nudos, uno de los timones se rompió y los guardines se soltaron. En plena navegación fue "imposible arreglarlo" e intentaron ponerse en contacto con el puerto ante la previsión de temporal para la mañana siguiente, pero la radio "tampoco funcionó". "Disponíamos de una hora para arreglar las averías en Figueira da Foz y ahí ya se vulneraron nuestros derechos", explica el patrón del barco recordando cómo la Policía Portuaria les abordó y comenzaron sus problemas. "Podríamos haber tirado y llegado a Leixões, que era donde teníamos estipulado atracar, pero podría ser peligroso con el barco en ese estado y con el tiempo que se venía encima", reconoce Iván.
El primer día, reconocen, "nos dijeron que estábamos retenidos. Luego, ya nos decían que podíamos irnos y conseguir el dinero para pagar la multa, aunque el barco se quedaba atracado en el puerto". El miedo a que "pudieran meter algo en el barco" obligó a los dos marineros a no abandonar el navío durante sus cinco días en Portugal. "Vimos tal nivel de corrupción en ese puerto que no podíamos dejar solo el barco", cuenta Javier. 
Tras negociar la multa -que se rebajó de los 3.000 a los 1.100 euros- y recaudar el dinero gracias a familiares y amigos, ahora Iván y Javier van a luchar porque se reconozca el error cometido por las autoridades portuguesas. "No queremos que nadie tenga que pasar por algo igual. Estamos en la Unión Europea pero parece que en estos casos les da igual" admite con resignación Javier, dispuesto a luchar ahora desde España. 

"Abandonados" por el cónsul español

Javier e Iván señalan que "movieron cielo y tierra cuando nos vimos atados en Portugal y sin salida", acudiendo al cónsul español en Oporto. "Nos dijo que solo podía concertarnos una reunión con el Capitán Marítimo del puerto. Nada más", afirma Javier Montenegro. Los marineros vigueses son muy críticos con la falta de atención por parte del único representante del Gobierno español que podía ayudarles en su difícil situación. "Nos sentimos abandonados y ahora vamos a buscar que se haga justicia con nuestra situación y se revisen los procedimientos para este tipo de casos. El capitán del puerto llegó a decirnos que no iba a poner en peligro la vida de sus hombres, pero la opción que nos dejaba era navegar con el barco averiado y ante el peligro del temporal. No importaba demasiado que pudiésemos perder la vida", recuerda Iván.

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