La última isleña, Salud Alonso, volvió a San SImón

Salud Alonso, hace unos días en su visita a San Simón.
photo_camera Salud Alonso, hace unos días en su visita a San Simón.
El artista Marcos Puhinger acompañó a su abuela a la que fue su casa desde los 10 a los 25 años cuando se casó en Redondela

Muy emocionada, reconociendo cada lugar y sorprendiéndose con los cambios en el jardín, Salud Alonso, con 94 años, recorrió San Simón, donde vivió su infancia y la que no había vuelto a pisar en medio siglo. La acompañaba su nieto, el artista vigués Marcos Puhinger. “Para toda mi familia esta isla no es un simple accidente geográfico en la Ría, tiene un valor especial; sabemos lo que pasó allí, pero para nosotros es como el hogar”. El artista recuerda como de niño, cuando el archipiélago estaba abandonado, iba en una barca a remos con sus padres y hermanos a pasar los domingos. “Mi abuela se merecía este reencuentro”.

El padre y el abuelo de Salud eran trabajadores de Sanidad Exterior. Se encargaban del mantenimiento, el cuidado del paseo de boj y de la comunicación en bote con el continente. Eran nueve hermanos que vivían en Redondela con su madre. Cuando los mayores cumplieron los 10 años, dejaron la escuela para completar la economía familiar, ayudando al progenitor en la isla. Salud se instaló en San Simón en plena guerra civil, cuando ya funcionaba como cárcel. “Eran pequeña y no tenía conciencia de lo que estaba pasando; no podían tener contacto con los presos, estaba prohibido hablar con ellos, los veía por la isla, haciendo trabajos para reducir la pena, nunca le hicieron nada”.

Su hermana Maruja y ella cogían todas las mañanas una barca a remos y echaban la red para las sardinas, mariscaban almejas y berberechos en el vivero de la isla que luego iban a vender a Arcade. También se encargaban de la comida.

“No sabían nadar, pero navegaban cada día, nunca les pasó nada, aunque uno de sus hermanos, Carlos Fosca (el fotógrafo de Redondela) fue uno de los pocos supervivientes en el naufragio de ‘Monchita’, el bote iba sobrecargado con soldados que iban a jugar un partido de fútbol a Redondela, se ahogaron 43”.

Salud aún se quedó unos años más, hasta los 25. Cuando acabó la guerra, la isla se convirtió en un destino de colonias para madrileños y para niños huérfanos de la Gota de Leche. “Recuerda que en aquella época conoció en San Simón a la folklórica Marifé de Triana".

"Hay demasiadas hojas en el jardín"

Pese a los cambios y a la restauración de los edificios, Salud Alonso identificó las estancias ahora desconocidas. Pasó por todos los edificios, ellos residían en la Casa de Primera, aunque cada planta era una vivienda. El segundo edificio era la Casa de Segunda y de Tercera, junto a la capilla, donde estaban los presos. Subió hasta donde era su habitación. “Le encantó la restauración de los inmuebles”. Lo que más le chocó fue la cantidad de arbustos que había en la isla y las hojas de eucalipto por el suelo. Antes estaba más limpio y despejado. “Me hizo mucha ilusión verla disfrutar del paseo, fue como volver a ser niña”, apuntó Marcos Puhinger, que no se separó de su abuela en ningún momento. El día acabó con una comida familiar en la casa de sus hijos en la villa de Redondela como hacía cuando era pequeña en los días especiales.

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