Episodios vigueses

Un traidor aparece como héroe en Vigo

Cachamuiña, Morillo y las tropas francesas que ocuparon Vigo.
photo_camera Cachamuiña, Morillo y las tropas francesas que ocuparon Vigo.

Todos los años, cuando llega el 28 de marzo, me suelo preguntar si algún día la ciudad de Vigo ajustará su crónica oficial a la realidad histórica y bajará de su pedestal al traidor Morillo, personaje que derrotó en 1823 a los patriotas enrolados ahora bajo las banderas de la Honrada Milicia Nacional y el paisanaje liberal. Pese a todo esto, el chauvinismo local prefiere seguir honrando una sarta de inexactitudes, como las famosas banderas de las Alarmas del Fragoso, que difícilmente pudieron estar en la gloriosa jornada del 28 de marzo de 1809 por la sencilla razón de que fueron tejidas en 1810. Menos mal que se dieron cuenta a tiempo, pero durante años ocupaban lugar de honor en la concatedral y recibían todos los honores. Morillo volvió a Vigo 14 años después a reponer a Fernando VII y fusiló en Redondela a los liberales que defendían la Constitución volviendo contra la nación las armas que las Cortes le habían proporcionado para defenderla. Ello privó Vigo de la condición de capital de provincia de que había disfrutado durante el “Trienio Liberal”. De esto no se dice nada. En la fiesta se exhibe como bandera de Vigo la enseña de la provincia marítima, que entonces no existía, o la bandera de la República portuguesa que es de 1909. Formidable.

El historiador británico Ronald Fraser, en si libro “La maldita guerra de España” aporta documentos para conocer episodios sucedidos entre 1808 y 1814. El de Vigo también. Introduce en la escena un personaje nuevo, cuyo papel emerge sobre el que siempre atribuimos a Cachamuiña, Pablo Morillo, el teniente Almeida, los abades de Couto y Valladares, el alcalde Vázquez Varela o el marinero Carolo. Se trata del capitán Coutts Crawford de la fragata británica Venus; una de las dos enviadas para ayudar a los sitiadores y, de paso, recoger cautivos a Chalot y sus soldados. Siempre resultó sospechoso que los ingleses se hubieran limitado a actuar de mero transporte. Confirma Fraser que los franceses exigían rendirse a un soldado profesional, no a un jefe guerrillero. Y así fue según las propias fuentes francesas; pero no a Morillo, sino Crawford. La versión oficial, contenida en el opúsculo “Los héroes de la Reconquista de Vigo”, publicada en 1891, señala que Chalot se rindió a Cachamuiña (ambos firmaron el acta, dice, lo que reduce el papel de Morillo en este asunto), y atribuye el comandante inglés el papel de mero testigo. Fraser insiste eque los franceses no se rindieron a Morillo, como indica la versión oficial, ascendido a coronel en el campo de batalla,

El personaje de mayor relieve dramático de esta historia sigue siendo el cura de Valladares Juan Rosendo Arias Enríquez y otros dos monjes franciscanos. No se olvide que las proclamas del cura de Valladares y Troncoso, el hombre del marqués de la Romana, reclutaron a su gente bajo la inmediata amenaza de fusilar a todos aquellos que no se aprestasen a la lucha voluntaria. Y el objetivo era devolver el trono al rey absoluto, no otra cosa. Cuando volvieron los franceses en 1823 aquí no se movió nadie. Y eran los mismos, pero esta vez volvían para reponer el trono y el altar del antiguo régimen. Y a los patriotas que se sublevaron los fusilaron en Redondela. Por eso, para muchos, esta fiesta tiene un amargor reaccionario. Pero este parte de la historia se ignora.

Vigo, con el rey José inició un proceso de modernización que fue cortado en seco cuando regresa el rey felón; un rey que felicitaba a Napoleón por sus victorias sobre los españoles que trataban de devolverle el trono, y que mientras los franceses abandonaban Vigo, él se declaraba hijo de Napoleón y le pedía una princesa de la Casa Imperial por esposa. Quien quiera saber más puede informarse en el libro del Conde de Toreno “Historia del levantamiento, guerra y revolución en España (1807-1814)”. La Reconquista de 1809 sigue exigiendo una relectura en profundidad y colocar en su sitio a sus más inamovibles personajes. A finales de junio de 1823, el general Morillo llega a Lugo al frente de Cuarto Ejército de Operaciones. Se alza contra la regencia, instalada en Sevilla y reúne en torno suyo a un escogido grupo de elementos reaccionarios, con abundancia de representantes del clero ultramontano. El general Quiroga y el coronel del Regimiento de Aragón le instan, sin éxito a mantenerse leal a la Constitución de 1812, pero el traidor tiene otros planes. Fue un eficacísimo instrumento de la represión contra los elementos liberales. El 4 de agosto de 1823, entra en Vigo. La rendición de la ciudad la recibe en Redondela, donde es agasajado por los elementos menos comprometidos de la política liberal. Al mismo tiempo, las bandas realistas se entregan a todo tipo de excesos. Después de dos semanas de estancia en Vigo, Morillo avanza sobre La Coruña, ciudad en la que entra el día 21. Aquí tuvieron tiempo para escapar los elementos liberales, que lograron huir a Inglaterra. A los patriotas de Vigo los fusilaron en Redondela, pero a éstos ahora se los olvida, insisto. Lo de la llamada “Reconquista” del 28 de marzo de 1809 se ha magnificado un tanto exageradamente. Cada año, en esta fecha, en los años cincuenta y siguientes, los “Hijos de Vigo”, como una especie de comisionado urbano, pedían cuentas a los ediles sobre su gestión municipal. Era una suerte de consejo supremo, orlado de floridos discursos. Eran y consideraban los legítimos descendientes de esta villa de reducido territorio, crecido a costa del de Lavadores o Bouzas. A partir de los ochenta, este aspecto de la fiesta decayó hasta extinguirse. 

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