LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS

El toque de queda asfixia a los ‘sin techo’

El edificio de la Xunta, utilizado como  lugar de resguardo nocturno para ciudadanos que no tienen domicilio
photo_camera El edificio de la Xunta, utilizado como lugar de resguardo nocturno para ciudadanos que no tienen domicilio
La presencia de personas sin hogar durmiendo en la calle aumenta tras las medidas anticovid en los albergues.  Los afectados optan  por lugares ocultos o casas abandonadas ante el nuevo confinamiento nocturno

nnn Desde hace unos meses, los bajos del edificio de la Xunta en Vigo, junto a la praza da Estrela se han convertido en “hogar” improvisado de personas sin techo. Allí  pernoctan algunos días hasta tres personas sobre mantas y sacos viejos. Aseguran no tener dónde ir. Es un lugar resguardado y bastante oculto donde de momento, aguantar el toque de queda.
Muy cerca de allí, en el Berbés, un cajero automático sirve de resguardo para un ‘gorrilla’ que se busca la vida como puede para obtener algunas monedas. La zona de ‘habitaciones improvisadas’ se extiende a bajos abandonados en Rosalía de Castro o en pleno Príncipe, donde de forma muy discreta se han colocado colchones y que se ocultan cuando anochece. Incluso en el otro lado de la ciudad, junto al parque de A Seara (lugar de reunión habitual)  los corrillos han comenzado a desaparecer.
Las plazas en el albergue municipal están completas y las medidas para evitar la extensión del covid impiden la rotación de personas. Mientras que  en el hogar Santa Cruz de Teis, la obligatoriedad de una PCR  para acceder y el  ‘confinamiento’ posterior hace desistir a algunos usuarios. Los explica Antón Bouzas, portavoz del colectivo Os Ninguéns, quien corrobora que hay una mayor presencia de personas durmiendo en la calle pero asegura que de momento, no han sufrido sanciones. El aumento de pernoctaciones a la intemperie comenzó a notarse  tras el cierre del pabellón de O Berbés, “ahí fue cuando nos empezaron a llamar los usuarios pidiéndonos ayuda”, explica Bouzas. El propio Concello ya está preparando un lugar de acogida a los que se han quedado sin plaza, bien el Berbés bien una alternativa. El número de personas sin hogar según el censo superaba en junio las 155. “Hemos solicitado a Xunta y Concello una acción coordinada y que se reabra cuanto antes el pabellón”, explica el portavoz de Os Ninguéns.
Al peligro de contagio por el covid se ha sumado la demolición del barrio del Cura y el cierre de algunas naves en Beiramar , lo que obligó al traslado de personas que vivían en esa zona  a otros lugares de la ciudad, incluso como okupas. De esa parte, precisamente, llegaron varios de los residentes del edificio de Gran Vía. Uno de sus usuarios expilcaba a este diario cómo “nos quedamos sin el lugar que teníamos y en el albergue no conseguimos plaza, por eso entramos a este edificio”.

“No somos ni drogadictos, ni mala gente, somos pobres”

nnn Diego y Michael llevan en Vigo  más de un año. El primero es de A Coruña y el segundo de Zamora. La okupación ha sido, dicen, “la única alternativa para no dormir en la calle”. Ellos son dos de los ‘inquilinos’ de un edificio del Casco Vello. Diego, el mayor, lamenta que “se haya dado una imagen de mí de drogadicto o delincuente, cuando no es real. Yo no me meto con nadie. Si estoy en ese lugar es porque no tengo dónde ir, no tengo ayuda ni una salida a esta situación”. Su compañero explica que “tuvimos que meternos en este edificio para no estar en la calle como otros muchos”. Ahora, con el toque de queda, “nos metemos allí y ya no salimos”. Durante el día callejean. “Vine a Vigo a buscarme la vida, a tratar de encontrar un trabajo, pero no no hay nada para mí”, relata Michael. Ambos comentan que “no nos metemos con nadie pero hay gente que le das los buenos días y ni siquera te responde. El dinero no lo es todo en la vida”.
Tras el toque de queda llegó el cierre perimetral. “Yo quería marcharme de aquí de una vez, a Pontevedra, porque no aguanto más, pero ahora ya nada”, decía Diego.
Los dos residen en el mismo sitio así que la norma les permitiría ir juntos como “convivientes”. Aún así, se sentaban en aceras diferentes para tomarse un bocadillo que les habían dado.n

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